¡¡¡Plop!!!/Salvador Echeagaray
Personalisémonos
En la entrega anterior, nos referíamos a las No Personas. Esa desnaturalización que hemos hecho de nosotros mismos y de los demás.
Ya no consideramos al otro como una «sustancia racional de naturaleza espiritual» como definió el filósofo Boecio, a la persona. Hoy es pura materia. Por lo anterior, el ser humano es desechable, tirable. Si se nos permite el neologismo digamos que es basurable: Úsese tírese.
Pero, ¿Cómo revertir esta situación? ¿Cómo revalorar al ser humano?
Para lograr lo anterior necesitamos una antropología filosófica realista. Esta nos explica que el ser humano está compuesto de materia y forma. Su cuerpo es la materia. Su alma es la forma.
Así, como todo el Universo está conformado por materia, no toda ésta, se encuentra viva. Entonces hay algo más que le anima, eso es el alma.
En el ser humano esa alma tiene funciones independientes como el crear conceptos inmateriales. Ejemplo, la bondad, la esperanza, la lealtad no existen en el mundo físico. Son conceptos inmateriales. Si no tienen materia no se pueden ver ni tocar. Consecuentemente, proceden de algo inmaterial. Esta es nuestra alma o espíritu.
Y si es inmaterial es imposible que se destruya como todo lo corpóreo. Por lo tanto, nuestra alma es inmortal.
Eso es lo que debemos tomar en cuenta para bien relacionarnos con nosotros mismos y con nuestros congéneres: Una alteridad (del otro) sana, caritativa y cortés.
Entonces, cuidemos nuestro cuerpo y alma. Cuidemos el cuerpo y alma del otro. Personalisémonos. Así, todos estaremos más seguros y felices.
¿De qué escribiste hoy?
De que hay que cuidar el cuerpo y alma del otro.
¡Ah! Por cierto, para cuidar mi materia en el salón de belleza, el spa y un curso para elevar mi espíritu, necesito 20 mil pesos. ¿Me los das?
¡¡¡PLOP!!!
El autor es Director del Departamento de Filosofía de la UAG.