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¡¡¡Plop!!!
Mediocridad vs. virtud
¿Cómo va con sus hábitos? Tal vez piense que no vale la pena esforzarse tanto. Acaso se dice: “como algún día moriremos es más importante disfrutar, lo más que se pueda, sin pasar por duros esfuerzos”.
Pero, es que, al final para apreciar el goce, hay que haberse mortificado en algún aspecto. Como ejemplo, si trabajaste mucho durante el día, en el momento que te acuestes a descansar, vas a aquilatar ese sosiego.
Y esto viene a cuento pensando en la propuesta del filosofo griego de la antigüedad, Aristóteles. Él proponía que la virtud se encuentra en el término medio. Muchos confunden esto con “mediocridad”. El hacer las cosas a medias: medio esforzarse, medio trabajar, medio estudiar, etc. Pero no. Nada más lejos de la verdad.
Lo que propone El Filósofo, es que, nuestros actos como humanos se convierten en hábitos. Si, por ejemplo, siempre llegamos a tiempo a nuestras citas, a nuestras clases, a las juntas de trabajo o de placer, pues, tenemos el hábito de la puntualidad.
Este buen hábito es una virtud. Pero, si llego siempre tarde a donde sea, tengo un mal hábito. Éste, se llama vicio. El vicio puede ser por exceso, que se exagera la virtud convirtiéndose en una obsesión o peligro. Y el vicio por defecto, que se da, donde no hay nada de virtud, nada de esfuerzo.
Entonces para ser puntual, necesito adquirir el hábito. Y pues, toda virtud, requiere de brío, constancia, preparación. Si tengo una cita para adquirir un empleo y llego tarde, pues, de seguro ese trabajo no será para mí. Siguiendo este ejemplo, para ser puntual, debo ordenar mis cosas desde un día antes, el saco, la corbata, lustrar zapatos y hasta dormirme temprano. No es fácil.
Pero, si soy mediocre, de seguro no le voy a dar mucha importancia a estar en punto en mi cita. No voy a prepararme lo suficiente y, ¿qué creen? Pues llegaremos tarde o mal preparados, etc.
Entonces, el término medio o “áurea mediocritas·, no es mediocridad. El término medio es un equilibrio que requiere atención, constancia, esfuerzo e inteligencia. No lo confundamos pues, con la mediocridad, pues, ésta es un vicio por defecto, donde no hay nada de virtud.
– ¿De qué escribiste hoy? –
– De la mediocridad. –
– ¡Ah! ¿ya estás haciendo tu biografía? –
¡¡¡PLOP!!!