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¿SEMANA SANTA?
Playas repletas. Licores, cervezas, fiesta, baile, sexo y es la Semana Santa. Imagínese si no lo fuera. Está casi igual a la semana “non sancta” que es la de los carnavales, (carne a baal, no precisamente a un dios de amor y de perdón).
Nada más, “Las cifras oficiales de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), tienen en total 266 homicidios dolosos, es decir 88 por día entre el 31 de marzo y el 2 de abril”. (Alarcón, Rodrigo. La Verdad. Abril 4, 2023).
Y es que, en nuestra postmoderna sociedad en buena medida se ha perdido el temor al pecado. “Caer por los pies, tropezar”, significa etimológicamente el término pecado. Éste alude a un tropezón en nuestra conducta que nos separa el bien que debemos seguir para el correcto desarrollo de nuestra vida y de los demás.
Pero no. Eso del pecado para la mayoría de las personas es algo retrógrado, anticuado, pasado de moda. Sin embargo, se les olvida que la pequeña o grande infracción que pueda ocurrir con el pecado se puede traducir en una falta más o menos grande. Este quebrantamiento del orden puede llegar a ser un delito grave. Son los eslabones de una cadena que luego bloquea nuestra libertad.
Pongamos un breve ejemplo: Aquel que ve imágenes de mujeres desnudas. Dirán muchos, ¿qué tiene de malo ver el cuerpo humano tal cuál? Pero, luego, ya no solo es el cuerpo, sino cuerpos, teniendo relaciones sexuales. Así comienza la adicción a la pornografía.
Claro, esto no viene solo. Luego, sigue la masturbación. Después, ésto no satisface. Luego siguen las relaciones sexuales diversas, muchas parejas. Puede llegar un momento en que no llenen. Se buscan nuevas aventuras. Muchos toman conciencia y reparan su conducta, otros se pierden en la vorágine de la pasión, hasta llegar a cometer violaciones, asesinatos.
Ahí tenemos la consecuencia del “qué tiene de malo ver el cuerpo humano desnudo”. Claro que no tiene de malo verlo. ¿qué tiene de malo tener relaciones sexuales? No, no tiene nada de malo, pero, en su justo momento, con la persona adecuada, con responsabilidad y amor, que es dentro del matrimonio.
Así, podemos ir yendo de pequeñas faltas en nuestra conducta que nos van llevando a actuaciones más grandes y peligrosas.
¿Qué tiene de malo no regresar los tres pesos que me dieron de más cuando recibí el cambio por una cosa? Y así sucesivamente. Luego, tendrás un puesto grande, en la administración pública y acostumbrado a los pequeños robos o deshonestidades cuando el arca está abierta y repleta, ¿qué malo tendrá robar 100 mil, un millón o 15 mil millones?
– ¿De qué escribiste hoy? –
– De que pequeños pecadillos te pueden llevar a grandes pecados. –
– Bueno, te quiero decir que el otro día saqué 200 pesos de tu cartera pero, hoy solo 100. Así que, a mí no me aplica eso. –
– ¡¡¡PLOP!!!
El autor es docente de filosofía de la UAG.