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¡¡¡PLOP!!!
Feliz Día del Maestro
El libro desgastado. Hojas tono de ámbar, cientos de miles de veces borroneadas. La portada raída, lapidada. Luz tenue de la noche lenta avanza. Prepara su sueño. Pocas horas a la caricia de Morfeo. Suena la alarma, las cinco. -Ya descansaré cuando muera- piensa. Y muere lentamente en su día a día.
Rápido, toma el viejo libro, el maletín rasgado y descolorido. El desayuno olvidado, -ya habrá tiempo de comer algo-. Lo que no se olvida es el saco lejos de la moda. Los hilos saltados. Aunque al usarlo de autoridad se viste.
Sube al transporte hacinado. La puerta trasera es su entrada. Pone unas monedas en la mano que se presta. Lentas van llegando a su destino. El ticket viene en camino.
Llega a su área de trabajo. A veces alegría. A veces siente miedo. -Los jóvenes han cambiado-. El maestro ya no es la autoridad de antaño. Objeto de burlas, vejado. ¿Cómo enseñar si no se quiere aprender?
Nombra lista. Su tono de voz sube. Ni presente se dice ya. –“here”, yo, aquí-. No importa. La clase es lo importante. Aunque desgaste, aunque desangre.
El término Maestro viene del latín Magister, (pronunciar: mayíster) y significa “el que es más”. En sí, tiene una gran connotación, si es el que es más, de inmediato su autoridad aumenta o debe ser aquilatada. Siendo así, el maestro tiene o debe tener una dignidad superior en el entorno social. El maestro es el que enseña el que guía, el que prepara a las nuevas generaciones.
Por tanto, su labor debe ser reconocida, aquilatada y remunerada en lo justo. Desafortunadamente en nuestro país la profesión docente no es valorada. Menos en estos tiempos posmodernos. El joven ya no quiere ser educado y, muchos docentes, sienten desánimo por su trabajo.
Por ello, en estos días que por la pandemia hemos estado confinados en nuestros hogares se revaloró la labor docente. La mayoría de los maestros, en nuestro país y en las naciones donde hubo contingencias sanitarias “salieron” a sus aulas virtuales, a hacer lo que saben: enseñar, instruir educar.
No obstante, como en todo, hay maestros que no cumplen con su vocación, con su llamado. Esos, no durarán mucho en la férrea y cotidiana labor.
Pero, los buenos maestros, como el descrito al principio de este texto, esos, merecen tener un gran día, por ser 15 de mayo. ¡Feliz día del maestro!
Alumno: -Profe y ¿usted cómo supo que tenía vocación de maestro?-
Profesor: -Desde muy pequeño.-
Alumno: -¿Cómo?-
Profesor: -Cuando pasaba por una esquina del barrio, los pandilleros, siempre me decían con voz rasposa y lenta: “Qué oondaa maaaeeeessstrooo?…-
¡¡¡PLOP!!!
Salvador Echeagaray, director del Departamento Académico de Filosofía de la UAG