LA AHOGADA
López Obrador vs López Obrador
La oposición en México corre con gran suerte. El presidente López Obrador es el peor enemigo de su gobierno. La sobre exposición del primer mandatario le ha desgastado terriblemente. El ejercicio necio de la mañanera, al mejor estilo de su mandato, ha pasado de ser una interesante apertura democrática a la prensa, a ser un espacio de réplica legítima, a ser un show mediático controlado, y en estos días a una descarada exhibición de propaganda en favor de sí mismo.
El discurso también se ha mellado. Pasó de un análisis sesudo de la realidad nacional y de una interesante condensación de teoría política y económica en consignas de alta conductibilidad popular, a obsesivas clases de historia, con tercas referencias que comparaban al presidente con su afán de emular a próceres y un anhelo desmedido de entrar a la historia; de allí a una tenaz repetición de frases hechas y excusas de errores; más tarde a una sistemática descalificación de todos quienes piensen diferente, disientan o, peor aún, le critiquen, y ya en el momento actual, de la desmesura propagandística, el discurso es un champurrado de justificaciones, desaires, ataques, desviaciones de la atención, ocurrencias y unos cuantos temas de interés nacional.
La agenda nacional pasó de temas espectaculares como el combate al huachicol, al establecimiento de los temas de interés nacional, a la explicitación de las estrategias de gobierno, al surrealismo involuntario del avión, a las amenazas con el petate de la cárcel a los corruptos hasta que le reviraron con Pío, y, de allí, al deterioro de justificaciones, ocurrencias, falsedades, defensas de lo inconcebible y ataques contra molinos de viento, o contra los mismos de costumbre.
Pero sobre todo, el tiempo desproporcionado que emplea el presidente en hablar y no en actuar, emitiendo «n» cantidad de informes de gobierno, que repiten lo mismo a la menos provocación, en un diagnóstico correcto del país que recibió, pero un pésimo tratamiento del país que hoy gobierna. Haciendo suyos logros que no le pertenecen, porque los suyos son pocos, y colgándose medallas que no ha ganado. Solamante los fanáticos lo siguen
Para colmo, el colofón: la paupérrima actuación de Mario Delgado como presidente de su partido, que no ha sabido repartir los huesos entre tantos porristas «espontáneos» del gobierno, quienes, al verse desplazados de un acceso al poder, como en los viejos tiempos, esos que ya han dejado de ser, pero siguen siendo, abandonan el barco y dejan a su capitán a la deriva.
Ah y en este escenario hay también una alianza de partidos que suponen ser oposición.
Así vistas las cosas quedan algunas opciones:
a) Una oposición inútil, inoperante, incompetente, incapaz, que ha basado todo en criticar al presidente, podría sacarse la lotería política, sin haber hecho gran cosa. La oposición podría ganar sin mérito alguno.
b) Un movimiento sin propuesta, irreflexivo, sin más visión que la de impedir el triunfo de Morena podría verse beneficiado, y sus militantes operar en contra del desgaste que el propio presidente ha gestado en sí mismo
c) Los medios opositores, chayoteros, conservadores, fifís y otras lindezas que las ha adjetivado el Gran inquilino de Palacio, no necesitan hacer periodismo, investigación, análisis o crítica. Les basta copiar y pegar insertos de la mañanera y contrastarlos frente al sentido común o la realidad que parece más necia aún que propio Ejecutivo Federal
d) El presidente, en su concentración omnímoda de poder, carece de protecciones adicionales, fuera de Ebrard, no hay un sólo funcionario que pudiera avalar con eficiencia una defensa en su favor.
e) En este escenario de corto plazo, de estar en favor o en contra de López Obrador, no existe una propuesta viable de país. El modelo anterior se agotó, éste es ineficiente.