Libros de ayer y hoy
Señales de peligro en Palacio…
Hay señales preocupantes para los seguidores del presidente López Obrador en materia electoral, que podrían hacer suponer a los observadores acuciosos que hay cifras que reflejan la realidad y que podrían mostrar que «las elecciones más grandes de la historia» serían sumamente competitivas, aún más riesgosas para el partido oficial.
La primera señal es la actividad legislativa, tan polémica y tan acelerada, que va, por cierto, a dar lugar a multitud de amparos en contra. Esta desmesurada actividad que incluye las reformas para que el ministro Arturo Saldívar, permanezca dos años más al frente de la Suprema Corte de Justicia, la ley de hidrocarburos o la de outsourcing, parece una estrategia clara: meter toda la carne al asador, y sacar a como dé lugar estas iniciativas y reformas, antes de que la derrota pudiera aparecer en el escenario.
Una segunda señal, es la publicación en la mañanera de este lunes de ENCUESTAS ELECTORALES, en plena veda electoral, que dan ventaja a Morena. Sin duda la estrategia es desesperada, López Obrador se expone a lo que él mismo tanto criticó durante más de una década de ser opositor: que el mandamás del país haga propaganda en favor del partido del gobierno, es decir de su partido. Inútil desde hoy en adelante deslindar a la mañanera como instrumento de propaganda. Ya lo hemos insistido anteriormente, ha pasado de ser ejercicio de democracia periodística (me consta en la que asistí al inicio del sexenio), a show mediático controlado (en Jalisco sólo ingresaron medios a modo cuando se emitió esta desde Guadalajara) y hoy día a plataforma de propaganda, que ya hemos apuntado, honra a Joseph Göebbels cada edición, y convoca a pseudo periodistas «a modo» para dictar la agenda, que también se ha deteriorado y ha pasado de ser un establecimiento de los temas de interés nacional, a una colección desmedida de cortinas humo y temas emergentes para desviar la atención. El desgaste del método de propaganda desgasta a la figura del presidente y a su partido.
La tercera señal es la advertencia de López Obrador a los opositores de que «no les será tan fácil» impedir las iniciativas de su gobierno aún si ganaran la mayoría legislativa, y la invocación al derecho de veto presidencial.
La cuarta es la andanada en redes sociales de los fieles fanáticos, algunos ya no tan fieles puesto que no alcanzaron nominaciones a puestos de elección popular, en torno de «defender las conquistas» de lo que el presidente ha denominado como si fuera un cambio en México. No hay tales conquistas en términos reales, pero al menos el desgastado discurso contra «el pasado» sigue campeando en las redes, con más adjetivos que sustantivos.
En este escenario quedan algunas opciones:
a) Si el presidente logra sacar la victoria electoral será a un alto costo en materia de desgaste de su figura, de su discurso y del recurso de la mañanera, el control de daños tendría que evaluar estos factores para el próximo trienio.
b) Si el desgaste se presenta aceleradamente, como parecen advertir las señales, el presidente se quedaría sin muchos elementos contestatarios ante el avance de una oposición, sin más méritos que capitalizar este desgaste, pero que se fortalecería con miras a la sucesión presidencial.
c) El presidente, voluntarista como es evidente en su estilo personal de gobernar, podría echar mano de recursos extra constitucionales con tal de afirmar su permanencia en el poder. El costo sería alto, no solo para su proyecto, sino para el país entero