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Libros de ayer y hoy
La mañanera va
Era de esperarse. El presidente López Obrador doblegó al INE y la mañanera quedó blindada, sin acotamientos o límites, como hubiera pretendido el Consejero presidente del Instituto Nacional Electoral, Lorenzo Córdova.
El primer mandatario sostiene, a contrapelo del sentido común, que las mañaneras no son propaganda política. Es cierto, comenzaron siendo un ejercicio democrático y quien esto escribe pudo constatarlo en alguna de sus ediciones. Sin embargo, luego de que periodistas críticos como Jorge Ramos o Denisse Dresser aprovecharon la tribuna, el presidente convirtió el evento periodístico en un show de alto rating, en donde él es el actor principal, el conductor estrella, el director, el productor, el guionista, el asistente y hasta el apuntador, que hace que su personaje a cuadro tarde semanas en hilar entre una frase y otra.
Para muestra un botón, en Jalisco, la última mañanera dio acceso a la prensa local al gusto de la estrella del espectáculo. Solamente estuvieron el Informador y NTR, que tienen pleito declarado con el Gobernador Alfaro, y Juncal Solano, esa youtuber que recitó el dictado de Jesús Ramírez en contra de Enrique Alfaro, ganó quince minutos de fama, alcanzó algunos seguidores entre los fanáticos de Morena, y recibió recientemente su premio, con una candidatura precisamente del movimiento de Regeneración Nacional, a una diputación por Zapopan.
En otras palabras solamente los ingenuos, los cortos de entendederas y los fanáticos de hueso colorado, pueden creer que la mañanera es un evento periodístico.
En este show, el conductor estelar dicta cátedra de historia a la menos provocación, hace análisis político social para diagnosticar, invariablemente, al neoliberalismo como la causa de todo mal, hace denostación todos los días del Universal, de Reforma y de cuanta gente se le pega la gana, elude las críticas con argumentos gastados como los otros datos, los ataques a su gobierno, la intromisión de los conservadores, etc. En breve, dice lo que quiere y descalifica a quien desea. Divide al país, hace apología de cuanto programa de gobierno le interesa proyectar e informa sus visiones de país, que a pesar de que neciamente se contraponen a la realidad, convencen un día sí, y otro también, a sus seguidores. En suma, honra diariamente a Jospeh Goebbels y a los diez principios de manipulación masiva de Chomski.
Y para colmo, tiene un alto alcance, al grado de convertirse en un baluarte de Facebook.
Desafortunadamente hoy no hay opciones. Para no perder la costumbre solamente los chicharrones del presidente tronaron. Una costumbre peligrosa por cierto que indica que nos acercamos al gobierno de un solo hombre y una sola voluntad,