Cárceles Vacías: Retos del Sistema Penal Mexicano
Obediencia incondicional
Cuando el río suena, agua lleva, dice el refrán popular. Ya son dos los testimonios de alto nivel que expresan cómo el estilo personal de gobernar del Presidente López Obrador exige a sus subordinados obediencia ciega e incondicional: Jaime Cárdenas, quien renunció al INDEP, el Instituto para devolver al pueblo lo robado, fue el primero en hacer notar esta actitud presidencial. En entrevista para un medio nacional, el jurista dejó clarísimo su testimonio en este sentido. Lo mismo, el Gobernador de Chihuahua, Javier Corral, quien, también en entrevista con el medio digital de Carlos Loret de Mola, coincide en que el primer mandatario espera incondicionalidad, y agrega que, en su trato y su estilo, fuerza las relaciones en un abierto «están conmigo o contra mí».
Ya semanas atrás habíamos señalado la división que genera esta actitud presidencial. Es irrelevante la justificación, en el sentido de que ya México estaba dividido desde hace muchos años, por la brecha clasista que impuso el neoliberalismo. Esto es definitivo, pero no justifica la actitud presidencial de partir al país en dos. Es como comparar el agua y el aceite, a pesar de ser líquidos. Ya no importa el origen de clase: Slim, Salinas Pliego o Romo, todos inmensamente ricos, son grandes mexicanos, mientras que el Diablo Fernández o Claudio X, son fifís, conservadores y miembros de la mafia del poder. Lo que importa es el «estar conmigo», la obediencia sin chistar…
También en entregas anteriores hemos señalado el presumible narcisismo del titular del Ejecutivo y su propia indicación en una mañanera en la que dejó claro que su estilo de gobernar no es compatible con el delegar. Estaríamos frente a un personaje sumamente confiado en sí mismo, así como en sus propios recursos. Y, en contraparte, extremadamente desconfiado en los demás. Actitud congruente con la manera de accionar del sistema político mexicano, en el que los amigos son ficticios y los enemigos reales. Un veterano en estas lides que sabe muy bien que México es un país que demanda liderazgos fuertes, autoritarios y paternalistas, y que ejerce, exactamente, esta demanda inconsciente de las masas. El líder moral, único y absoluto de su propio partido, su propio movimiento político y su propio proyecto de gobierno. Andrés es todo para muchos, que, en coherencia con su estilo, le otorgan obediencia incondicional. Todos aquellos que dejan de alabarle se vuelven al menos sospechosos, o francamente adversarios.
Pero no todo el país es militante de Morena, beneficiario de programas de bienestar, pre candidato a un puesto de elección ‘popular, amlover o fanático de la 4T. La mitad, al menos, pretende tener criterio propio, establecer contrapesos a un gobierno que concentra una enorme cantidad de poder en una sola persona, o simplemente tener criterio propio y pensar por sí mismo.
Sin embargo, para esta mitad, las opciones son pocas y se cierran: Cárdenas optó por la renuncia digna, pero truncó su carrera política. Corral denuncia, pero al final se somete porque el señor de los dineros es aquel que reparte, o que aprieta, y lo hace sobre la base de lealtades y obediencia ciega. El margen de maniobra es escaso. El discurso federalista suena bien en medios y redes, pero es inoperante en tanto política pública. López Obrador dispone de herramientas más eficientes, que las diatribas en las mañaneras, para someter, anular o realinear a aquellos que se atreven a actuar o expresarse fuera de la obediencia incondicional.
En próximas entregas buscaremos analizar por qué muchísimas personas otorgan su sometimiento y obediencia incondicional al líder… Por lo pronto, las opciones de hoy:
a) López Obrador es el líder que México necesita para salir adelante, todos deberíamos otorgarle obediencia incondicional
b) López Obrador divide al país, en razón de su necesidad personal de aplauso y reconocimiento, todos deberíamos ignorar esta demanda del líder.
c) López Obrador es un ser humano que tiene aciertos y fallas en el ejercicio del poder. Los mexicanos podríamos obedecer lo prudente y lo coherente, pero podríamos cuestionar lo errado
Como siempre, usted tiene la mejor opción…