Enrique Galindo gana en preferencias para reelección pese a guerra sucia
La detención del expresidente Donald Trump no guarda precedente no sólo en la historia judicial y política de EU, no hay un caso semejante en una democracia avanzada. El hecho atiende a una exigencia judicial derivada de un escandaloso pecado convencional: haber comprado el silencio de tres personas que decían haber tenido relaciones sexuales con él. La pretensión de evitar el escándalo y la victoria presidencial revive y puede significarle su exclusión o derrota en su lucha por la presidencia. El asunto retrata al personaje y le compromete judicialmente porque el pago se hizo con recursos de la campaña de 2016.
No hay, hasta el momento, caso judicial formal en contra del expresidente por el golpe de Estado en el ataque al Capitolio el 6 de enero de 2021, en el que se pretendió violentamente impedir el relevo democrático del gobierno. Tampoco la fiscalía ha avanzado por la sustracción de documentos oficiales protegidos o por el caso de evasión fiscal. Esos debieran ser los temas de la acusación.
El populismo ha dejado su huella en el mundo y en ningún caso es para presumir. Boris Johnson, en Gran Bretaña, dejó un precedente de oprobio. El campeón de la lucha antieuropea devino en un tramposo exhibido por su hipocresía y doble estándar en medio de las dolorosas medidas restrictivas impuestas a la sociedad para contener la pandemia. En Brasil, se hace presente el ocaso de Jair Bolsonaro, su exceso, su desdén a la institucionalidad democrática y a las reglas básicas de la civilidad democrática.
La columna completa en Quadratín Yucatán