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GUADALAJARA, Jal., 25 de octubre de 2019.-Uno de los lugares más inexplorados y desconocidos del Pacífico Mexicano es la Isla Isabel, accesible al visitante por el Puerto de San Blas, el más cercano a Guadalajara, a solo tres horas de camino por autopista.
La Isla Isabel está ubicada geográficamente en el Estado de Nayarit, y a menudo se le confunde con las Islas Marías, pero es más cercana a éstas, situada a unos 28 kilómetros de la Costa. La travesía para llegar a ella debe hacerse con un experto. Es posible contactar a alguno de ellos en la página oficial de Internet del sitio www.sanblasrivieranayarit.com o, directamente, en el famoso muelle de San Blas. Hay empresas con mucha experiencia en este tour, que además cumplen con los requisitos que establece la normatividad ecológica para hacer el viaje, ya que la Isabel, además de ser un espectáculo natural maravilloso, es santuario para la reproducción de aves marinas.
La Isla es un área natural protegida, que tiene mucho reconocimiento internacional. Para entender el concepto valdría decir que los visitantes únicamente pueden dejar en la Isla Isabel su huella en la arena y traer de ella los más extraordinarios recuerdos y las fotografías más espectaculares. La regulación limita el número de visitantes a 30 personas por noche, para amortiguar el impacto ambiental. Las actitudes deseables son evitar por completo el consumo de bebidas embriagantes o tabaco, por ningún motivo dejar basura y estar dispuesto a escuchar la música, siempre armónica, de la naturaleza.
Y es que cualquier normatividad vale la pena, la Isla Isabel es uno de los pocos lugares en el mundo que preserva el equilibrio natural. Ya desde la travesía es muy común avistar delfines, mantas o tortugas, a veces a los enormes tiburones ballenas y, casi siempre en invierno, acompañar a alguna ballena jorobada en su camino a reproducirse en la Bahía de Banderas. Los linderos de la isla son un paraíso para el buzo certificado o para quienes hagan snorkel. Miles de especies de peces pululan en las aguas transparentes, todo el año, con temperaturas muy gratas en el agua y visibilidad de varios metros bajo la superficie.
Si la idea es simplemente gozar del mar y de la playa, la Isabel es un paisaje sobresaliente, la playa es de arena suave y fina, blanca, de extracción coralina, y el agua turquesa, diáfana, presenta, por lo general, poco oleaje. Hay suaves y limpias pocitas de formación también coralina, que semejan albercas para reyes y grandes señores, en las que nadan libremente especies pequeñas de peces de colores, pero sin duda, las grandes protagonistas de esta historia de paisajes deliciosos, son las aves.
Las especies más abundantes son el pájaro bobo de patas azules, el de patas café, la gaviota, los pelícanos y, especialmente, las fragatas. Éstas ocupan los nidos más próximos a la playa. Es una experiencia sensacional estar a centímetros de los nidos de las aves, sin que estas se perturben en lo más mínimo, porque saben que venimos en amistoso plan a conocerlas y a tomar fotos que en otros lugares serían imposibles. En la Isla hay senderos que marcan las rutas de ascenso hacia un cerro que domina todo el panorama. En la medida que subimos, dejamos atrás a las fragatas y entramos en contacto con los bobos de patas de diferentes colores. La impresión es semejante: una convivencia armónica y muy especial con otras especies que hoy, nos invitan a conocer sus hogares.
El Paisaje desde lo alto es cada vez más espectacular y el breve esfuerzo de excursionista es recompensado con creces. En la Isla hay reptiles, todos inocuos. No hay venenosos, a nosotros nos asustó una falsa coralillo, que, como sus primas de tierra firme, las verdaderas coralillos, lucen hermosos colores, pero éstas, por fortuna, carentes de ponzoña.
Antes de que la Isabel fuera un paraíso ecoturístico, estaban aquí los pescadores, y aún se mantienen, siguiendo las regulaciones. Como podrá imaginar el paseante, los manjares del mar forman la dieta, que es como un magnífico valor agregado de este fantástico paseo. Para acampar, por una o más noches, también existen regulaciones y los prestadores de servicios las conocen. Y si el regreso premia con algún delfín saltarín, o simplemente con una travesía calma, los visitantes siempre vuelven satisfechos, pletóricos de paisajes y de eso, que tanto nos falta en la ajetreada vida urbana, el contacto directo con la naturaleza.
Para más datos puedes consultar la página www.islaisabel.conanp.gob.mx Espero tus comentarios en: [email protected]