Emilio Bucio Carrillo, investigador de esa entidad, detalló que hasta el momento han logrado cargar medicamentos como el diclofenaco, ibuprofeno, cloruro benzalconio y vancomicina, antimicrobianos que inhiben bacterias como la Escherichia coli y los estafilococos aureus.
Sobre los polímeros, el académico explicó que están compuestos por macromoléculas constituidas por una o varias unidades químicas (monómeros) repetidas a lo largo de una cadena. Éstos se dividen en naturales, semisintéticos y sintéticos.
Los primeros forman parte de los seres vivos (proteínas o ácido desoxirribonucleico, por ejemplo). Los segundos, son elaborados a partir de estos últimos (el caucho vulcanizado o el rayón se inscriben en este grupo). Los terceros son creados en un laboratorio mediante la polimerización de monómeros específicos (como el polietileno).
También podría aplicarse una nueva clasificación: los “inteligentes”, que agruparía a los sensibles a estímulos externos, es decir, aquellos que presentan un cambio abrupto en sus propiedades ante pequeñas variaciones físicas o químicas como temperatura, fuerza iónica, pH e incluso luz, lo que resulta en una alternancia entre los estados hidrofílico e hidrofóbico.
Para Bucio Carrillo, los polímeros inteligentes tienen aplicaciones tanto industriales como farmacéuticas. “Buscamos obtener un biomaterial con radiación ionizante a fin de hospedar algún fármaco”, explicó.
Para lograrlo se selecciona algún tipo de biomaterial en forma de hidrogel que responda al pH, por ejemplo, en el estómago. Usualmente, estos sólo pueden emplearse una vez, pero si los modificamos a partir de un injerto tendremos un soporte y podremos utilizarlo en más de una ocasión. Además, la radiación no dejará residuos o químicos, por lo que será un material esterilizado.
Esto ya se había hecho (hidrogeles). Lo novedoso es que es la primera vez que se realiza por radiación ionizante, lo que permite acortar el tiempo de respuesta. El único lugar donde se desarrollan este tipo de indagaciones es el ICN, afirmó el doctor Bucio Carrillo.
Aunque el producto no se ha probado en humanos, se espera aplicarlo en una década, tras practicar los estudios necesarios. En esta iniciativa también colaboran los investigadores Guillermina Burillo, Carmen Álvarez-Lorenzo, Ángel Concheiro, Iván Meléndez, Ángel Contreras y Franklin D. Muñoz.