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GUADALAJARA, Jal; 2 de noviembre de 2018.- La recomendación para este fin de semana abarca una ruta muy cercana a Guadalajara que incluye un recorrido por nuestras raíces, al que se suma la diversión familiar, la gastronomía y el pasado señorial de Jalisco: se trata del municipio de Teuchitlán, que nos ofrece la Zona arqueológica de Guachimontones, la Presa de la Vega y la Hacienda la Labor de Rivera.
El paseo inicia en Teuchitlán, poblado amable, ubicado a una hora de distancia de la capital del Estado, por la carretera que va de Tala a Ameca.
Desde aquí accedemos a uno de los sitios más interesantes de esta ruta, por la importancia arqueológica que representa: la zona de Guachimontones, un lugar único entre las miríadas de ruinas y vestigios prehispánicos de México.
Guachimontones tiene poco que ver con los centros arqueológicos conocidos en el resto del país, ya que su arquitectura es única y puede sólo compararse con algunas representaciones del altiplano central como Cuicuilco.
Paradójicamente también tiene coincidencias asombrosas con la lejana civilización maya, como el juego de pelota, de
los mayores de Mesoamérica, comparable con la magnitud de la cancha de Chichén Itzá; y el sistema de drenaje que tenía la ciudad, equiparable con la ingeniería hidráulica de otra gran capital maya, Calakmul, en Campeche.
Las 19 hectáreas de Guachimontones comprenden estructuras circulares concéntricas hechas con tierra, arena, piedras, adobe y cal para los edificios mayores, cuya arquitectura se basa en una pirámide principal integrada por dos niveles diferenciados, divididos por una banqueta superior, que en realidad era un altar grande.
Los edificios presentan niveles concéntricos escalonados, con orientación cardinal: un eje vertical que conecta el cielo, la tierra y el inframundo; un bordo circundante que corresponde al horizonte; postes funcionales como reloj de sol, estructuras altas que marcaban las posiciones del sol en los solsticios y los equinoccios y cuatro escalinatas
que evocan a los cuatro elementos que forman todo lo existente: el viento, el agua, el
fuego y la tierra.
En la planta baja, alrededor de la estructura circular, había una plataforma con una banqueta a la que se conoce como patio y a su alrededor, plataformas rectangulares donde se asentaban las chozas y de donde el pueblo podía observar mejor los actos religiosos y los de gobierno.
El sitio, se cree que fue designado para rendir tributo al Dios Ehécatl, que era el dios del viento, una de las deidades principales de la Tradición en Teuchitlán.
Luego del recorrido por la zona arqueológica, la recomendación es llegar a la Presa, que se domina desde el cerro en el que se ubica Guachimontones.
La Presa de la Vega es un lugar de reunión familiar. Hay varios restaurantes, con vista al cuerpo de agua, que ofrecen como especialidad las ancas de rana, deliciosas por cierto, y que para paladares más tradicionales cuentan con deliciosos platillos típicos de la gastronomía de Jalisco.
Muchos de estos establecimientos han hecho alberquitas, permitiendo la entrada de las aguas de la presa, que por regla general traen consigo pequeños pececillos, y constituyen un atractivo natural para niños y adultos.
Finalmente, rematamos en la Hacienda Labor de Rivera. Ésta es del siglo XVII. Evoca la esencia del México Virreinal, el espíritu de tradición señorial de estos grandes edificios.
En este lugar hay una mezcla de hermosos paisajes naturales y arquitectónicos, enmarcados por jardines, trojes y cortijos. Hay facilidades para hospedaje y para la celebración de eventos.
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