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GUADALAJARA., 17 de abril de 2025.- El Archivo Municipal de Guadalajara cuenta con un acervo que resguarda la historia y costumbres de las y los tapatíos, documentos desde el Siglo 16, así como las primeras actas de cabildo de 1607 y otros fondos históricos, entre ellos, el indulto del Obispo de la Nueva Galicia para permitir el consumo de carne durante los días de vigilia de cuaresma y Semana Santa, relató su director, Álvaro Martínez.
“Hacia el año 1700 hubo una gran sequía y se afectó la agricultura, no había grano, pero sí había ganado, entonces el Ayuntamiento de Guadalajara gira una solicitud al Obispo Fray Antonio Alcalde para que hubiera una dispensa y el ciudadano pudiera consumir la carne en vigila”.
En el documento, el entonces llamado Cabildo Justicia y Reglamento, argumenta que los precios de los granos como el garbanzo, la lenteja o el frijol se dispararon al pasar de cuatro a 40 pesos, de dos a 18 pesos, y de dos a 10 pesos, respectivamente, razón por la cual “los pobres” no podían acceder a estas.
“Los pobres y de cortas facultades no pueden usar de ellas para su alimento, solicitando la disposición de que el común de esta Ciudad pueda comer carne y otros alimentos prohibidos por nuestra Santa Madre Iglesia en la próxima Cuaresma”, se lee en el documento.
El Archivo de concentración del municipio cuenta con más de 35 mil cajas de documentos entre fotografías, láminas, planos, documentos de gran formato oficiales de la organización municipal y la gestión de sus gobiernos. Además, cuenta con una biblioteca pública con cerca de 12 mil ejemplares.
También hay constancia de una tradición de Cuaresma que nació en el Siglo 18 y cobró fuerza en el 19: los altares de Dolores, aunque son pocas las fotos y documentos que se tienen de ello.
Estos altares se montaban dos días antes del Domingo de Ramos, principalmente en los barrios de El Santuario, Analco y Capilla de Jesús; tenían una imagen de la Virgen de los Dolores y eran adornados en blanco y morado.
“Se incluían cítricos que se montaban en una banderilla y entonces la gente, en las casas donde estaban montados, pasaban los parroquianos, como eran conocidos, y preguntaban al anfitrión, al dueño de la casa ‘lloró la Virgen’, y les decía: ‘Sí, lloró de limón con chía, de tamarindo’ y eran aguas frescas y les ofrecían aguas a quienes preguntaban si había llorado la Virgen”, explicó.
Por esta razón, la dirección de Cultura también fomenta la instalación artística de los altares de Dolores en museos y fincas históricas de la Ciudad, como parte del rescate cultural y tradicional de las y los tapatíos.
En Semana Santa todo el comercio cerraba sus puertas y no se permitía sacar ni animales ni coches, aunque fuera para trabajos urgentes. La vida social se suspendía, los viajes eran interrumpidos y la actividad pública se paralizaba. La sociedad se vestía de riguroso luto.
En Viernes de Cuaresma se hizo costumbre que los padres del Templo de San Francisco predicaran sobre la Pasión, a estas pláticas se les llamaban “nescuitiles”.
Procesión del Viernes Santos
El 21 de febrero de 1589 se fundó, en el Hospital de San Miguel, la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y del Santo Entierro cuyo propósito fue organizar, anualmente, la procesión del Viernes Santo.
Procesión del Domingo de Resurrección
El Domingo de Pascua los cofrades dejaban sus capirotes y tafetanes, que simbolizaban el luto, para vestirse con túnicas y guirnaldas de flores. La imagen de la Señora de la Soledad, que el Viernes Santo era depositada en el Hospital de San Miguel, era cambiada el domingo en la mañana, en una procesión, al Templo de San Agustín.