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CIUDAD DE MÉXICO, 9 de diciembre de 2018.- En su infancia el periodista y escritor Héctor de Mauleón descubrió la fascinación y el misterio que lo han acompañado en su trayectoria como cronista; la Ciudad de México se le develó como una urbe enterrada y dormida la cual poco a poco emergía del suelo, o se escondía en edificios detrás de sus fachadas.
“Me tocó formar parte de la generación de los niños del Metro, vimos como levantaban el pavimento de las calles para meter el Metro, y como entre los materiales que sustraían del suelo fue apareciendo una ciudad que estaba enterrada, otra ciudad oculta, la cual era la ciudad prehispánica, esta experiencia empezó a devolvernos el misterio en pequeña cosas, esculturas, trozos de joyas que nos hablaban de un pasado enterrado.
“Como niño era misterioso saber que pisabas un mundo enterrado, dormido y que bastaba rascar para que aparezca cualquier cosa. Entonces crecer sabiendo que por debajo de donde caminas hay una historia olvidada o dormida te marca para toda la vida y eso fue un poco lo que me pasó.
“De ese descubrimiento infantil vino una fascinación por todo lo oculto, lo encerrado, dormido, lo que no está visible en términos de historia de la Ciudad de México”, revela en entrevista Mauleón a propósito de la aparición de los dos volúmenes de su reciente obra La Ciudad de México, 500 años de historias.
Identificado como uno de los mejores cronistas contemporáneos de la Ciudad de México y tras la publicación de La Ciudad que nos inventa (2015), Tiempo repentino (2000) y Derrumbe de los ídolos (2010), Héctor de Mauleón advierte que los dos volúmenes de la Ciudad de México, 500 años de historia son una continuidad de crónicas que revelan los días que conmovieron, paralizaron, llenaron de júbilo o de horror por medio siglo a la ciudad más poblada del Continente Americano y una entre las 10 primeras con mayor densidad del mundo.
“Comencé a coleccionar momentos del pasado, muy pocos conocidos, días que habían ido dejando poca huella, y a partir de ahí comencé a jalar un hilo que me reveló una ciudad que está cargada de historias y que es una ciudad oculta, porque precisamente deambulamos por una ciudad invisible, pero detrás de la fachada de la ciudad visible está precisamente la ciudad secreta la cual también tiene cosas que contar o nos está diciendo algo que no apreciamos porque se reducen a un pequeño detalle o un misterio perdido en algunas de las calles.
-¿Cuánto tiempo te llevo hacer esta recopilación?-
Son historias que fui haciendo un poco inconscientemente e involuntariamente, iba tomando notas de cosas que me llamaban la atención y que fui siguiendo después, surgieron de indicios en algunos libros, también son historias que me fui encontrando en la hemeroteca, algunas vienen de hace diez y doce años, pero que quedaron por ahí en un proyecto o en una versión inicial, las recuperé del cajón, como de fascinaciones que no había logrado seguir, cosas que me había propuesto buscar y que no la había hecho por falta de tiempo.
Ese deslumbramiento ante los hechos del pasado poco conocidos o que de tenerlos tan cerca no se aprecian, Mauleón los compara con “pequeñas astillas que guardaba en un cajón” las cuales acabaron por volverse sus dos recientes libros.
“Todas las historias son básicamente hechos reales, registros que vienen de la crónica de la Ciudad”, señala el también subdirector de la revista Nexos.
-Un hilo conductor en tus crónicas se refleja en acontecimientos en los cuales las autoridades de cada la época intentaban preservar un orden, ¿hubo interés un interés de los gobernantes a lo largo de la historia por resguardar a la sociedad de amenazas?
La función del Estado siempre ha sido la de vigilar y controlar desde el origen de la Ciudad de México, y ese ha sido uno de los secretos de la preservación de esta, lo que pasa es que esto muchas veces entrañó la anulación de la ciudadanía y de su ejercicio, a tal punto que las calles solamente podían ser ocupadas para las fiestas del Estado y para lo grandes desfiles del 16 de septiembre, del 20 de noviembre, o el día del trabajo y todas las demás fechas en las cuales se rendía culto al poder del Estado, pero en esa ciudad no cabían los ciudadanos.
Un poco la historia de la Ciudad de México versa en cómo los ciudadanos le fueron arrebatando las calles al Estado para poder ejercerlas y manifestarse, pero a costa de represiones, persecuciones y matanzas, hasta lograr que el día de hoy la calle les pertenezca, eso fue parte de un proceso de 500 años.
Ahora creo que el crimen también le arrebató las calles al Estado, entonces en la actualidad los enemigos son otros, todo esto que ha pasado es producto de una corrupción, sin límites por parte de las autoridades de la Ciudad que dejaron que creciera el crimen, que los rebasó y por eso vivimos lo que vemos ahora.
-¿Qué prácticas desde los gobiernos novohispanos se repiten hasta nuestros días?-
La corrupción es una herencia virreinal, debajo de las leyes venia una leyenda que decía: Obedézcase pero no se cumpla, es decir, había una ley que dictaba hacer tal cosa pero ordenaban no cumplirla, entonces ver el país como parte de un botín por parte de los conquistadores españoles y de las autoridades virreinales generó una cultura de que todo era susceptible de ser vendido o que todo era susceptible de ser comprado, desde los puestos públicos hasta los litigios judiciales, y eso generó una dinámica que en muchos espacios seguimos arrastramos todo el tiempo.
Era el aceite de la corrupción el que lubricaba y permitía andar a la maquinaria del Estado, y eso es parte de los grandes males de México, algo que apenas recientemente comenzamos a enfrentar y combatir.
Los agujeros negros en los que se pierde la historiaA lo largo de 500 años se han creado “grandes agujeros negros” en la memoria de la Ciudad de México, ha prevalecido la idea de que para imponer lo moderno tiene que desaparecer lo antiguo, sostiene el periodista.
“De unos años a la fecha ha costado más trabajo la destrucción del pasado, porque ha crecido la conciencia de su riqueza, hay candados que dificultan que puedan demoler impunemente monumentos arquitectónicos o históricos, pero hace falta mucho, hay que crear una conciencia en la gente de la importancia de lo que forma la memoria para evitar la destrucción.
“La Ciudad de México ha tenido muchas oleadas destructivas, en la Nueva España se demolieron muchos edificios, porque eran barrocos y querían poner el modelo neoclásico, luego en siglo 19 quisieron demoler el pasado español, y se fue la mitad de los templos y de los conventos de la Ciudad de México, los barrieron.
“El Porfiriato quiso borrar el siglo 19 trayendo edificios franceses y luego la Revolución quiso borrar el Porfiriato, cada sexenio se empeña quitar lo que ha hecho el anterior, entonces México avanzó como una dinámica de construir como si se tratara de una pirámide azteca, sobre basamentos anteriores, sepultando lo que está atrás y eso ha sido letal y fatal, esa idea de que para imponer lo moderno tienes que desaparecer lo antiguo o la memoria”, recalca Héctor de Mauleón.
El comercio vitaliza al Centro y contiene el acecho de la delincuenciaEl rescate del Centro histórico de la Ciudad de México llevó a cerrar en 2009 la circulación de automóviles en una de sus arterias principales; la calle Madero fue entregada a los peatones y muchos de los edificios que se ubican en ella fueron restaurados.
Se estima que diariamente más 300 mil peatones se desplazan por la calle que comunica a Eje Central con la Plaza de la Constitución, la cual es franqueada por edificios antiguos ocupados por cadenas comerciales de ropa, comida, bancos, museos y bares.
“Yo prefiero que la calle de Madero este así llena de comercios a que este como en manos de la delincuencia como lo están otras calles de la Ciudad de México, donde no puede entrar nadie porque la tienen los narcotraficantes y los extorsionadores.
“Prefiero que esté viva, recorrida, si vas a la seis de la tarde es un rio humano el es que está viviendo a la Ciudad y una calle, que un tiempo le habían quitado.
“Antes en el Centro cerraban los comercios y ya no vivía nadie ahí, cerraban las oficinas y era un cementerio, hace 20 años ibas al Centro un sábado o un domingo y estaba solitario. era un espacio vacío, y en cambio ahora en un fin de semana a la hora que sea es una vitalidad inmensa todo lo que esta fluyendo ahí.”
-¿La Ciudad de México hacia dónde va?
Decía Italo Calvino que las ciudades tienen dos fases en la que los hombres las sueñan y diseñan y otra en las que las ciudades moldean los sueños de los hombres y a los propios hombres.
Entonces hubo una fase en la cual, generaciones construyeron esto que conocemos como la Ciudad de México, lentamente está ciudad fue determinando, la vida de quienes nacían en ella, hoy está muy cerca de volverse una pesadilla por la experiencia de habitarla entre la inseguridad y la violencia, por lo monstruoso de sus dimensiones y por el dolor que significa atravesarla para ir las actividades cotidianas.
Con viajes de dos horas -es decir cuatro horas entre la ida y el retorno- los habitantes de la Ciudad de México quedan expuestos a algo que es contrario a la esperanza de una calidad de vida, algo que es completamente inhumano, y que tenemos que resolver y aprender a lidiar con eso.
Nunca fue idílico el pasado, siempre fue duro, la Ciudad de México estuvo sometida a epidemias, inundaciones terremotos a los malos olores, era una ciudad muy insalubre, siempre olía mal, a veces tendemos a creer que fue una ciudad idílica, pero siempre fue difícil pero en algún momento llegó a tener instantes de equilibrio que la hacían amable, caminante y habitable.