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GUADALAJARA, Jal., 27 de octubre de 2016.- “Uno de los principales problemas en el sexo es que nos encanta categorizar. Poner etiquetas a las relaciones, poner medidas al placer y definir nuestro papel en la relación sexual. Por ejemplo, entre pasivo y activo. Cuando a veces una misma persona puede ser las dos cosas, según el día, el momento o el juego. Encasillar nunca es bueno”, refiere la periodista española especializada en temas de sexualidad y erotismo, Silvia Carpallo para el portal bijouxindiscrets.com.
Asimismo, Carpallo sostiene que de manera errónea mezclamos conceptos que no tienen mucho que ver; por lo que entendemos el concepto de objeto sexual, como una cuestión política y social, que conlleva la objetualización de una persona, a causa de su sexo, dentro de la esfera pública. “Algo que, sobra decir, es lamentable y que necesita de muchos avances al respecto”.
“Quizás por eso, cuando surgió el boom de, Cincuenta sombras de Grey, uno de los debates se centró en la objetualización de ella. Pero el problema fue de nuevo mezclar las cosas. Ya que la cuestión de fondo no estaba tanto en las escenas de sexo, sino en el hecho de que él se mostraba como su “dueño” en otros aspectos de su vida, a los que ella no siempre consentía” explicó.
Pero cuando se habla de la intimidad y lo privado entre dos personas que se encuentran en la cama, el significado es diferente, señala la española y explica, que “significa que existe un momento de tal conexión, de tal confianza, que disfrutamos dejando que nuestra pareja nos use en el sentido estricto de la palabra. Que nos convierta, de forma consentida, en su objeto sexual”.
“He de confesar que una de mis palabras favoritas en el sexo es precisamente la de “úsame”, con independencia de quién la pronuncie. Si bien la usa él, para dejarme que me mueva a placer y use su sexo como si fuera mi propio dildo, para golpear las partes más sensibles de mi vagina, o si la uso yo, para dejar que sus manos marquen el ritmo más o menos frenético de mis caderas, mientras le cabalgo. Incluso, convertirme en uno más de nuestros juguetes sexuales en un momento dado. Porque en el placer, cuando es consentido, sentirse libre para dejar salir nuestra parte más visceral, olvidarnos de todo tipo de normas y comenzar a crear nuestra propia sintonía sin partitura, es el mayor éxtasis de todos. Es el gozo de usar y ser usado”.
De hecho, salvo en relaciones de tipo bondage, disciplina, dominación, sumisión, sadismo y masoquismo (BDSM) muy definidas, lo habitual es que uno no sea una sola cosa en la cama, sino que los roles cambien según los momentos. Porque si una buena sesión de sexo es aquella que pasa del momento más salvaje al más tierno, el amante ideal es aquél que es capaz de ser un buen amo, pero también un buen sumiso. Que no le importa tomar las riendas de la situación, cuando lo que necesitas es dejarte llevar y dejar de pensar, pero que tampoco se siente utilizado si ese día eres tú quién necesita marcar las normas del juego. El mejor amante de todos es sin duda el que sabe ser un buen ‘subjeto sexual’.