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GUADALAJARA, Jal. 26 de noviembre de 2018.-El feminicidio no sólo involucra el acto de asesinar, también incluye sostener un clima de terror desde las instituciones públicas en el que toda mujer, incluso las mujeres transgénero, pueden ser asesinadas, dijo la filósofa estadounidense Judith Butler durante su conferencia como parte de la Cátedra Latinoamericana “Julio Cortázar”, de la Universidad de Guadalajara.
Butler, activista en temas de género, política sexual, derechos humanos y políticas antibélicas, aseguró que las mujeres “son asesinadas no en función de lo que hacen, sino de lo que se percibe que son”, y por la jerarquía que tienen en un sistema dominado por los hombres.
“El poder sobre sus vidas y sus muertes está en manos de ellos. No hay una razón natural para que exista esta forma de terror, es parte medular del ser hombre desde las normas dominantes. Devenir hombre es ejercer el poder de la vida y la muerte sobre las mujeres”.
Quienes son varones al nacer se espera que asuman su trayectoria masculina, su desarrollo y su vocación como hombres. Cuando algunos de esos hombres se convierten en mujeres transgénero o buscan ser reconocidos como mujeres, rompen este pacto implícito que los vincula a los hombres, que permite y afirma la propiedad violenta sobre las mujeres, aseguró.
“Las mujeres transgénero son un blanco aparte, porque están feminizadas y son castigadas no sólo por rechazar el camino de la masculinidad, sino también por afianzar abiertamente su propia feminidad”, explicó.
En la charla titulada “A critique of violence for our times”, que se realizó en el Paraninfo Enrique Díaz de León, la activista y académica en la Universidad de California, recordó que en el último año más de dos mil 500 personas en esta condición han sido asesinadas en todo el mundo. Brasil y México son los países con las estadísticas más elevadas en violencia y asesinato contra personas transgénero.
Afirmó que en algunos países latinoamericanos han avanzado en la igualdad de derechos y libertades legales para los miembros de la comunidad lésbico–homosexual, pero estos movimientos “son odiados frente a quienes temen su progreso”.
“La violencia contra las mujeres y las mujeres transgénero es el resultado de la misoginia y la transfobia, pero también debemos verlo como una expresión del antifeminismo, como oposición política a los derechos de la comunidad homosexual y como una reacción contra quienes defienden el derecho de estas personas a vivir libremente su género y ser protegidas por la ley”.
Dijo que ante las reacciones violentas y negativas contra los progresos que ha alcanzado el movimiento feminista y en favor de los derechos de las personas homosexuales, es indispensable mantener “una lucha continua en la que los principios básicos de la democracia, libertad y justicia estén de nuestro lado.