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ESTADOS UNIDOS, 12 de septiembre de 2018.- Largas filas de autos avanzaban ayer por las carreteras de una amplia zona de Estados Unidos para huir de Florence, un huracán potencialmente devastador que llevó a las autoridades a pedir el desalojo de 1.7 millones de personas y a poner bajo alerta a 5.4 millones de residentes de la costa Este.
Ante el riesgo de lluvias torrenciales, fuertes vientos e inundaciones, los estados de Carolina del Norte y del Sur y Virginia, los más amenazados, fueron declarados en estado de emergencia por el gobierno federal.
También las autoridades locales de Maryland y de la capital del país, Washington DC, declararon estado de emergencia.
Más allá de esos estados, la amenaza de inundaciones se extenderá hasta la próxima semana a zonas de Tennessee, Georgia, Virginia Occidental, Ohio y Pensilvania.
De hecho, el río Potomac, que bordea a la capital federal, ya estaba creciendo ayer y sus aguas anegaron la ciudad de Alexandria, en el estado adyacente de Virginia.
Los carriles de varias autopistas fueron cerradas para permitir un tráfico fluido tierra adentro, en virtud de que 1.7 millones de personas en las Carolinas y Virginia recibieron órdenes de evacuación voluntarias u obligatorias.
Las gasolineras comenzaron a quedarse sin combustible en zonas distantes al oeste, como Raleigh. Algunas tiendas agotaron sus existencias.
La tormenta se mueve actualmente a través del Atlántico hacia la costa, donde se espera que toque tierra entre el jueves y el viernes.
En su más reciente reporte, el Centro Nacional de Huracanes (NHC, por sus siglas en inglés) dijo que Florence seguía avanzando como un huracán de categoría 4, con vientos sostenidos de 220 kilómetros por hora.
El NHC pronosticó un fortalecimiento adicional la madrugada de ayer y hoy, y cierto debilitamiento mañana, pero advirtió que aun así, Florence será un huracán “extremadamente peligroso”.