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PUERTO VALLARTA, Jal., 9 de marzo de 2021.- Año con año, durante los meses de diciembre a marzo, cientos de ballenas jorobadas acuden a las aguas del Pacífico Mexicano para aparearse y dar a luz a sus crías, por lo que Puerto Vallarta y la Riviera Nayarit son los lugares más idóneos para su avistamiento.
Procedentes del Ártico, los mamíferos más grandes del mundo emprenden su largo recorrido de más de 10 mil kilómetros para acudir a las aguas cálidas, para procrear y criar a sus ballenatos.
De acuerdo a biólogos marinos y conservacionistas, tales como Astrid Frisch Jordan, integrante de Ecología y Conservación de Ballenas AC, ECOBAC, organismo que se dedica a rescatar estos mamíferos que quedan atrapados en las redes de pesca clandestinas, cada año, al comenzar el invierno, se registra la llegada de las ballenas jorobadas.
Aunque el número de arribo no ha podido ser documentado con exactitud, se estima que acuden al Pacífico Mexicano unas 20 mil ballenas, de las cuales unas 300 o 500 acuden a la zona de Puerto Vallarta-Riviera Nayarit.
Las ballenas adultas pueden llegar a medir lo mismo que un autobús y pesar entre 25 a 35 toneladas. No tienen dientes, por lo que su alimentación está basada en krilll, plancton y peces pequeños. Regularmente requieren consumir aproximadamente 1.5 toneladas de alimento al día.
Una vez que paren a sus ballenatos, “aquí los amamantan, los cuidan durante dos meses y cuando el ballenato está fuerte y tiene habilidades para nadar, comienzan su regreso al norte”, comenta el Biólogo Marino Roberto Moncada, profesor del Instituto Tecnológico México Campus Bahía de Banderas (ITBB) y presidente del Grupo de Investigación de Mamíferos Marinos A.C. (GRIMMA).
En la zona de la Bahía de Banderas (Puerto Vallarta y Riviera Nayarit) estos mamíferos marinos se pueden encontrar fácilmente, sin embargo -agrega el biólogo-, podemos decir que la ballena jorobada es una especie cosmopolita, lo que significa que está en todos los mares del mundo.
En el caso del Pacífico, la población se concentra principalmente en California, que es donde se alimentan, pero se extiende hasta Washington, en Estados Unidos; Canadá y un poco más al norte, hasta Alaska.
Cuando emigran al sur pesan entre 35 y 40 toneladas y traen una gran reserva de grasa, porque una vez en aguas mexicanas dedicarán toda su energía a reproducirse, y las que ya vienen preñadas a criar a sus ballenatos.
“Mientras las hembras cuidan de los recién nacidos y les enseñan a respirar, nadar, sumergirse e incluso saltar, los machos cantan en voces largas y repetitivas para cortejar a las más jóvenes y “emparejarse” si es posible”, comenta el biólogo.
SU ESTADÍA
Las ballenas, permanecen en la región poco más de tres meses, para posteriormente regresar al Ártico, y repetir su largo camino de regreso y volver al fin de año.
Existen vestigios de la presencia de ballenas jorobadas en la región desde los siglos XVI y XVII, en la época de la Colonia, cuando la Bahía de Banderas era conocida como la Bahía del Jorobado, debido a la gran cantidad de cetáceos de esta especie que la visitaban durante el invierno.
Los primeros en realizar registros de estos mamíferos marinos en la Bahía fueron los biólogos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en la década de los 70. En ese tiempo el programa era dirigido por el Dr. Aguayo, que con el tiempo pasó la estafeta al Dr. Luis Medrano. A partir del 2001 se unió el Instituto Tecnológico México Campus Bahía de Banderas y asociaciones civiles como GRIMMA.
Gracias a estos registros y a la técnica de la fotomarca, se ha logrado establecer cuantas ballenas regresan a esta zona y con qué frecuencia lo hacen. Tan solo una ha venido siete veces (una vez por año) y otras se han visto hasta tres veces.
TOURS DE AVISTAMIENTO
Y aunque existen una gran diversidad de opciones para acudir a observar de cerca a estos cetáceos, no todos están autorizados para ello, toda vez que existen normas oficiales que deben ser estrictamente respetadas para no causar daño a las ballenas y sus ballenatos y no poner en riesgo a quienes acuden al avistamiento.
Los precios también pueden varias, pero oscilan entre los 800 y 1,200 pesos por un recorrido de tres a cuatro horas, desde las Islas Marietas al sur de la bahía.