
Llaman a seguir certificando un destino consolidado como Vallarta
GUADALAJARA, Jal., 20 de Junio de 2016.- Tras registrar un crecimiento de más del doble y prospectando que, para el 2030 tendrá 430 mil habitantes, Carlos Suárez, investigador del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Guadalajara, advierte del riesgo de inundación y deslizamientos por lluvia que podría tener Puerto Vallarta en la zona hacia la que se está extendiendo la zona urbana.
Suárez realizó un mapa de esa ciudad en el que identificó las áreas que están en riesgo ante fenómenos naturales como ciclones, huracanes, sismos y deslaves, y afirma que las construcciones en el puerto se encaminan a zonas naturales que dejan a los habitantes vulnerables ante cualquier tipo catástrofe.
Actualmente, protección civil tiene identificados 30 lugares con riesgo de inundación en la ciudad, colonias como La Floresta, donde se construyen casas sin permiso de ayuntamiento sobre el cause el arroyo en Agua Zarca que baja del cerro y llega hasta el estero El Salado.
A unas cuadras de ahí, un conjunto de residencias son construidas sobre una antigua ciénega a la que los cocodrilos aún acuden en busca de descanso. Es común que los habitantes alrededor los maten o que llamen a protección civil diciendo que estos reptiles están “invadiendo” la zona.
Lo más grave es que las nuevas colonias se asientan en la zona de Las Palmas e Ixtapa, cercanas al río Ameca, identificadas por los académicos como la más susceptible a inundaciones por un huracán y a los efectos de un eventual tsunami.
En estas colonias, los habitantes comienzan a construir en las “terrazas” o lechos planos junto al río Ameca que por ahora están secos, pero que en un caso extremo podría volver a llenarse de agua.
Al sur de Puerto Vallarta, a falta de superficies planas, los habitantes han optado por irse a las montañas. Colonias como Conchas Chinas, El Caloso, Las Peñas y López Mateos están asentadas en lugares con peligro de deslizamiento de rocas y tierra. Los pobladores suelen cortar los árboles de la cima de los cerros para aprovechar la madera en las construcciones o como combustible.
A la larga los habitantes van erosionando la superficie y ocasionando la caída de trozos de roca o tierra, que no se pueden detener sin el amortiguamiento que representan los árboles, explica el investigador de la UdeG.
Estos asentamientos son identificados también en el atlas de riesgo realizado por Suárez Plascencia, quien advierte que aunque Puerto Vallarta es una zona con sismos constantes de baja intensidad, no descarta que suceda uno de gran magnitud. En ese caso, todas las casas construidas sobre los cerros, incluidas las del fraccionamiento Amapas, considerado de un estrato social más alto, no resistirían el movimiento y caerían al mar, afirma el especialista.