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GUADALAJARA, Jal., 17 de agosto de 2020.- En las últimas semanas, Casa Jalisco se ha convertido en el escenario de distintas manifestaciones.
La mayoría de los reclamos tienen por objeto que el gobernador Enrique Alfaro Ramírez salga de su residencia a escuchar y proponer soluciones a las distintas peticiones.
Aunque pocas veces el mandatario sale de su casa para tener un diálogo con los inconformes, quienes sí escuchan e incluso salen o se asoman por sus ventanas, son los vecinos de la zona.
Nayeli es una joven madre, tiene 2 años viviendo frente a la casa de Alfaro Ramírez está en contra de las manifestaciones. Al principio, no le generaban conflicto, hasta que todos los días, como señaló, utilizan este punto para reunirse.
“Es que no te molestas porque se manifiestan, al contrario, que la gente se exprese, muestre su indignación, que luchen por lo suyo, pero se volvió de diario, también te da miedo porque no sabes qué grupo de choque puede venir a alterar la manera pacífica en que se manifiesten las personas”, señaló.
Por su parte, don Rogelio tiene 25 años viviendo a la vuelta de la residencia del gobernador y para él, que utilicen este espacio es la mejor opción para manifestarse.
“Yo prefiero que lo hagan aquí, que si van a hacer ‘desmadre’ que sea en casa de Alfaro, que así como por ejemplo las mamás de los desaparecidos, a las familias les quitaron su paz, ah, bueno, que se la quiten a este señor, que le griten y si van a tumbar la puerta que lo hagan, al final sólo están, estamos sedientos de justicia”, dijo.
Don Reger como lo conocen en la zona, señaló que cada que hay una manifestación, él sale para apoyar la causa.
“Yo sí salgo, a mí me vale lo que opinen, el día que vinieron los de la comunidad LGTB+ salí a gritar justicia para este muchacho, ver a su mamá llorando me causó mucho enojo, porque Alfaro no sale a dar la cara, porque sólo a los del fútbol, que salga a dar la cara a esto también”, refirió.
A pesar de que son variables los días de manifestación en el lugar, cuando Casa Jalisco no tiene visitas, la calle de Manuel Acuña luce triste y vacía, en espera de que más movimientos inconformes tomen la vialidad y griten sus consignas.