Posible diálogo con delincuentes es un espejismo: García Harfuch
GUADALAJARA, Jal., 14 de agosto 2016.-Alrededor de las 17:00 horas llegó el líder de la iglesia de la Luz del Mundo a la Sede Internacional de la Hermosa Provincia. Ahí miles de personas se doblaban ante el llanto que emergía de sus cuerpos, en esos momentos caminaba por la entrada principal el apóstol Jesucristo, Nassón Joaquín quien saludaba a los fieles de su iglesia.
Muchos de los fieles esperaban desde las azoteas de sus casas desde temprano, a la espera de la llegada de su líder religioso, y al verlo pasar saludaban desde lo lejos a Naasón Joaquín, y gritaban: ¡Gloria a ti, Gloria a Cristo, Gloria al Señor!, mientras que algunos niños imitaban las acciones de sus padres.
Conforme va pasando el apóstol se va disipando el llanto, pero no el sentimiento, los fieles seguían gimiendo las personas en forma de arrepentimiento. Al llegar el apóstol de Jesucristo al centro de la iglesia dirigió un mensaje corto a los presentes y manifestó que debido a que no se había cuidado la garganta quien daría unas palabras sería el pastor, Daniel Núñez quien en medio de su discurso expresó que la «Santa Cena es comunión, perdón de pecados y participación de la vida eterna».
Manifestó que esta celebración representa el paso a la libertad espiritual para formar la iglesia de Cristo. Además de que es un vínculo para reconciliar al hombre con Dios.
Posteriormente el apóstol, nombró a varios hermanos para convertirlos en diáconos para que estos sirvan al pueblo. Nassón Joaquín tomo de nuevo la palabra y predicó que la reunión no sólo es para recibir el perdón de los pecados, sino que deben meditar la muerte de Cristo, porque eso permite la comunión con Dios, por ello invito a los fieles a que se arrepintieran de sus pecados a consciencia.
Tras pronunciar su mensaje, los fieles corearon la Melodía «La fiesta más grande de toda la tierra», lo que provocó el arrepentimiento de los fieles quienes se estremecieron hasta las lágrimas. Poco a poco los feligreses se incorporaban, se secaban las lágrimas para seguir cantando alabanzas al señor.
Tras realizar la bendición del pan y el vino, los miles de ministros tomaron en bandejas doradas el pan y lo trasladaron hasta las estaciones de donde serán repartidas a los fieles que ya han sido bautizados.