Aterrizan en FIL 2024 memorias de Voces por la Paz
ZAPOPAN, Jal; 13 de junio de 2024.- Con un recuento de los inicios de su carrera hasta su consolidación como actor, el director y productor, Diego Luna presentó este jueves su libro La neta es chida pero inalcanzable, dentro de las actividades del Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG).
En la sala 2 del Conjunto Santander, que lució llena, el Charolastra, junto con Roberto Fiesco (escritor) y Alex Magallanes (diseñador), recordó el proceso para poder tener en sus manos este homenaje a su carrera.
“Fueron ocho sesiones de terapia, que me ayudó a recordar mi vida, ponerla en orden, a sacarla de ese orden del que uno la pone para que las cosas no duelan o suenen más poéticas y el ejercicio de hacer esto, un recuento desde los dos, tres años, hasta la fecha fue bien bonito, confrontativo, fue duro también porque lo hice una vez que mi padre había muerto, hace poco más de un año y de pronto me di cuenta de muchos patrones que viví, cosas que no dije, este libro me ayudó a hacer este trabajo”.
También relató cómo fue que se involucró en el mundo de la actuación, que, según recuerda, se dio gracias a su padre, Alejandro Luna, porque le permitió ver todo el teatro que pudo.
“En un acto de total irresponsabilidad me dejó ver teatro, me dejó ver todo el teatro que se hacía en la UNAM, en las muestras nacionales de teatro, veníamos aquí a Guadalajara, íbamos a Monterrey, Íbamos a Tijuana. Me sentó a ver cómo se hacía el teatro y qué pasaba cuando llegaban ustedes y se sentaban y cuando se iban. Cómo esa vida me fue envolviendo a punto de llegar aquí”.
Aunque se dio a conocer por las telenovelas, Diego tiene claro que es algo que no le gustaría volver a hacer, narró entre risas.
Diego Luna, a través de Ambulante y ahora con Estado en silencio, ha dado a conocer historias de lo que ocurre en la vida real, a través de los documentales. “Son muchas razones. Creo que empezamos con cómo formulaste la pregunta. En el cine cabe todo, a mí me parece que… voy a regresarme a la animación que vieron. Si el cine no funciona como reflejo, no tiene sentido, existe por eso y para eso y así lo aprendí a ver y a hacer».
“Nunca vi a mi papá trabajando en una obra de teatro que no hablara de algo que no le importaba. Este es un trabajo que tiene que ver con todo lo que somos. En lo más profundo. Me viene de forma natural involucrarme en cosas que me importen”.
Dentro de este mismo sentido, hizo memoria de cómo los mexicanos han sacado lo mejor de sí en las tragedias y que eso hace que inspire a contar esas historias.
“Algo nos pasó a los que vivimos el temblor del 85. Fue un sacudidón y un llamado a la comunidad. Vi a mi papá salir a revisar porque era arquitecto, lo vi recorrer todas las escuelas, para hacer chequeos estructurales vi cómo toda mi cuadra y comunidad se movía a otro barrio donde se habían caído casa. Vi algo irreparable suceder y transformar tus prioridades, cuando ves eso, la vida adquiere algo chingón”.
“Nos ha tocado ver muchas cosas, cambiar. Te puedes quedar observando, pero no hay como sentirse como parte dé. Me tocó el temblor con mis hijos, ver en ellos esas reacción entender que la vida ya les estaba dando algo”.
Y añade: “Lo que siento en este país no lo veo en otra parte, ese sentido de unión no lo he visto, y lo voy a respetar siempre y lo voy a alimentar. Eso tiene el cine”.
Por su parte Alex, quien se encargó de diseñar esta obra literaria, habla sobre este proceso de creación que se dio de manera muy rápida.
”El libro está contado en primera persona y Roberto encontró imágenes que se encuentran ahí y se reconocen y es emocionante”.
“Es increíble que el festival haga estos libros y se queden en la memoria. Tiene una primera parte de muchos carteles de las películas de Diego. Son pocos ejemplares (500)”.
Como parte de la dinámica de la presentación de este libro, el público tuvo la oportunidad de cuestionar al actor sobre su paso por el cine.
Uno de los cuestionamientos fue sobre un personaje que más le ha costado realizar. “El personaje que más me costó fue Mateo de Cada vez nos despedimos mejor . Me costaba mucho trabajo bajarme y dejar de hacerlo, porque era algo que ya no iba a volver a hacer. Me permitía dialogar con mi infancia, mi adolescencia, con mi mamá, con mi papá”, recordó.
Este libro consta de 500 ejemplares y forma parte de un homenaje que le realizó la Universidad de Guadalajara al actor.