Determina el TEPJF que el Senado atienda errores de elección judicial
MORELIA, Mich., 26 de febrero de 2018.- En sus huertas de limoneros, con el olor de los azares, frente a la brisa del mar y otros en las trincheras de la política, es como hoy viven los que un día fueran líderes de los extintos grupos de autodefensa, mientras que otros, los de la línea de frente en el panteón descansan, o esperan sentencia en prisión.
Desde la muerte de Julio Zepeda, hermano del Comandante Tetos, Hector Zepeda, hasta el pasado 24 de septiembre de 2017 han muerto 58 civiles, algunos de ellos durante el movimiento de grupos de autodefensa, otros asesinados en fechas recientes cuando la lucha ya había terminado. O por lo menos ese es el número de muertes conocidas en la prensa.
La lucha cruenta entre el crimen organizado y los autodefensas cobraron la vida de Rafael Sánchez Moreno, alias El Pollo; Abelino Mendoza Valencia; Santiago Moreno Valencia, el que fuera candidato por Morena a la alcaldía de Yurécuaro; Enrique Hernández Salcedo; Camilo Santana Aguirre, el hijo de Hipólito Mora; y la más reciente, la de Tonatiuh Hernández Alba, en Pátzcuaro, solo por recordar algunos de los nombres más representativos.
Además, 16 simpatizantes y autodefensas que fueron asesinados por las fuerzas armadas en las instalaciones de la presidencia municipal de Apatzingán, la madrugada de un 6 de enero de 2015, cuando el comisionado para la Seguridad Integral de Michoacán era Alfredo Castillo Cervantes y el líder del grupo G-250 fuera Nicolás Sierra Santana, hoy presunto líder del grupo delictivo Los Viagra.
Como era de esperarse, al ser Buenavista y Tepalcatepec los pueblos donde todo comenzó, las expresiones de la violencia ahí se recrudecieron, lo mismo que en municipios donde habían encontrado eco las autodefensas como Apatzingán, Uruapan, Tumbiscatío y Lázaro Cárdenas, territorios de constantes enfrentamientos.
La firme convicción por acabar con los Caballeros Templarios, responsables de los homicidios, cobros de cuotas a empresarios, secuestros y levantones no les alcanzó para lograr el cobijo de las autoridades ni fue un manto inagotable de protección.
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