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GUADALAJARA, Jal,. 5 de diciembre de 2020.- En el marco de la Feria Internacional del Libro, que en esta ocasión se efectúa de manera virtual, el periodista deportivo Alberto Lati, presentó su obra literaria 100 Dioses del Olimpo, que en esta ocasión, rinde tributo a los atletas que han dejado su legado en diversas prueba olímpicas.
En la charla, una de las invitadas especiales es la multimedallista Paola Espinosa, quien señaló una de las coincidencias que existen entre el libro del comunicador.
“Todos iniciamos la meta como cualquier persona, pero si iniciamos una meta, un sueño y no te das por vencido, puedes saltar de la plataforma para ganar tu propia medalla en cualquier área de la vida no necesariamente en el deporte. Todos podemos ser súper héroes y todos podemos alcanzar el Olimpo de nuestros sueños, y no estoy hablando exclusivamente del deporte. Otra coincidencia que hay en el libro, es que todos estamos marcados por nuestros padres. Ellos han sido clave en nuestros inicios”, señaló Paola.
“Hoy que soy mamá entiendo muchísimas cosas que mis papás me decían y que hicieron por mi porque ahora que tengo a Ivana, eso es lo que quiero: que sea plenamente feliz, ayudarla a lograr sus sueños, quiero ser parte de cada uno de sus sueños y eso fue lo que hicieron mis padres conmigo y recordar que todos somos seres de carne y hueso y que todos podemos ser el súper héroe de nuestra propia historia”.
Por su parte el conductor de televisión, escrito y políglota, Alberto Lati, resaltó lo que ha hecho Paola en su vida deportiva e hizo una reflexión en relación al segundo nombre que lleva la atleta mexicana, pues tuvo algunos problemas para llegar a este mundo y llegó a salir avante de manera sorprendente para ser una auténtica figura del deporte mexicano.
“La historia también es estremecedora, por ese segundo nombre que tiene Paola, que es Milagros, que no te gusta que te digan por ese nombre, ahora ya, ya lo llevas mejor, que aparte en los Juegos Olímpicos ponían su nombre completo (Paola Milagros Espinosa). La realidad es que el milagro no es sólo una medalla, sino la vida misma y la historia de Pao, van a ver lo mucho que luchó su madre para tenerla, y la bendición que fue la manera en que nació y como se fue sobreponiendo a todo”.
Además, dio suma valía a lo que ha significado el apoyo de los padres de Paola Espinosa y recordó algunas de las anécdotas que han vivido juntos, como parte del trabajo de ambos.
“Tus papás confiaron en ti y te dejaron ser a tu manera, Pao. Recuerdo con mucho cariño aquel torneo en Canamex en el 2001 cuando te pude ver por primera vez, cuando no te gustaba dar entrevistas sino echarte clavados”.
Ambos y exitosos personajes dejaron en claro, que la base del éxito, en cualquier ámbito de la vida, no sólo del deporte es
“No hace falta ganar una medalla de oro, o tener varias como Paola Espinosa. La tenacidad es el camino que se tiene que aplicar”.
“Totalmente de acuerdo, finalmente lo que quieras aplicar en la vida, implica esfuerzo, dedicación, disciplina y ese camino es el que te hará mejor. Finalmente llegará la medalla o no, pero ese camino es el que te hace trascender y ser mejor”.
Desde muy chica, Paola no llevó una vida normal, ya que siempre ha estado metida en cuerpo y alma a la disciplina de los clavados, lo cual no le permitió tener le mismo tiempo que los las infantes de su edad para disfrutar esa etapa de la vida, todo con un objetivo que siempre lo tuvo en mente: los Juegos Olímpicos, aunado a todos y cada uno de los sacrificios que realizó para materializar ese sueño.
“Eso es un común denominador de todos los deportistas. Todos tuvimos que dejar algo. Muchos siguieron en sus casas, iban a entrenar, pero en mi caso, me fui de La Paz, Baja California, Sur a conseguir ese sueño de estar en los Juegos Olímpicos. Mi mamá se fue conmigo, pero solo la veía los fines de semana. El hecho de ir a la escuela, tener que regresar rapidísimo: iba a la secundaria, corría al Comité Olímpico, nos cambiábamos en dos minutos y ya teníamos que empezar a entrenar, desde las 13:30 a las 15:50 porque a las 16:00 horas cerraban el comedor del Comité Olímpico. Nosotros salíamos de entrenar, corríamos, nos cambiamos para llegar al comedor, muchas veces no alcanzamos a llegar, pero otras corríamos para alcanzar a llegar, comíamos y a las 17:00 horas comenzábamos el entrenamiento hasta el 10 para las 21:00 que era cuando cerraban el comedor”, relató a la distancia.
Pero Paola, cómo una simple mortal, contó parte de su vida en las que reveló haber tenido miedo; sin embargo, se apoyó en eso para caminar juntos y saber que un día, el objetivo de realizar un clavado de 10 puntos.
“El olor a alberca me daba miedo y ese dolor de estómago que todos hemos tenido, porque sabía que ese día otra vez iba a caer de panza y también de espalda, pero pensaba: va a ser este momento, porque después lo voy a hacer perfecto. Aún con miedo, aún sabiendo que me iba a pegar, fui todos los días y no falté nunca. Así fue mi vida, me acostumbré a vivir con miedo, a que el miedo fuera mi amigo, llegar y tratar de hacer un clavado perfecto, hasta que llegó el día en que sale” indicó.