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GUADALAJARA, Jal., 15 de mayo de 2021.- La pandemia obligó a cientos de maestros, de los casi cien mil que hay en Jalisco (75 mil en escuelas públicas y 20 mil en privadas), a convertirse incluso en psicólogos. Después del sector médico, los docentes fueron los más afectados por el Covid 19, que a un año de distancia, según el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) sección 47, ha matado a por lo menos un centenar de ellos.
Además, en la Universidad de Guadalajara (UdeG), de acuerdo a información ofrecida para Quadratín Jalisco, 36 trabajadores en activo fueron los que fallecieron por Covid: 25 académicos y 11 de personal administrativo.
Testimonios de maestros ofrecidos a este medio de comunicación en el marco de su día este 15 de mayo, reflejan los problemas de salud, psicológicos, de pareja, familiares y con los hijos, por las clases en línea, que han vivido a lo largo de esta pandemia.
Pero el reto no termina ahí para los docentes, con el regreso a clases programado para el arranque del próximo ciclo escolar en agosto, los maestros además de enfrentar la regularización de los alumnos que traen un gran rezago importante en el aprendizaje, asumirán el gran reto de atender el deterioro emocional de cientos de alumnos y sus familias que se vieron también afectados por el Covid, un virus que los hundió económicamente o que les quitó a algún familiar.
Tendrá que pasar mínimo todo el ciclo escolar 2021-2022 para que los niños alcancen parte del nivel de aprendizaje y de socialización al que deberían haber llegado en el 2020-2021, aseguró a Quadratín Jalisco la maestra Tere, quien lleva 13 años atendiendo a pequeños del segundo año de preescolar.
“Tardaremos casi el ciclo escolar completo en estabilizarlos, en atenderlos, de manera transversal, trabajar todo lo demás, se va a atender incluso a los padres de familia, tenemos que atender esa parte emocional y atender el rezago escolar”.
Ella se levanta todos los días a las 6:00 de la mañana. Además de ser maestra de kínder, es madre de dos pequeños, Dylan de 7 años y Axel de 4.
Su labor es doble: preparar desayuno, arreglar la casa, hacer comida, cuidar a sus hijos y hacer tareas con ellos, pero también, elaborar la planeación semanal para sus alumnos, preparar su clase semanal, revisar trabajos y tareas, orientar a los padres de familia para que enseñen a sus hijos y también escucharlos, a veces por las tardes, porque la pandemia la ha convertido en una especie de psicóloga.
“Fue muy difícil conjugar el hecho de estar en casa y tener que atender ambas responsabilidades, difícil y conflictivo por los tiempos, por la atención que requerían. De pronto estaba en video-llamadas y mis hijos me pedían cosas. Al principio fue frustrante también que yo preparara mis clases, y ver que mis alumnos no se concentraran, muchos porque no tenían los recursos (computadoras o internet)”.
Asegura que no les puede exigir a los niños, “porque tenemos que ponernos en sus zapatos”. “Entiendo al 100 a las mamás porque a mí me pasa, no les puedo exigir algo que ni yo misma a veces les puedo dar. Es buscarle y buscarle, equilibrar la parte emocional, la de la familia y la del aprendizaje”.
A lo largo de la pandemia, decenas de padres de familia y alumnos han dejado de contestar o de conectarse en línea. Del 100 por ciento de sus alumnos, de acuerdo a las evaluaciones que se han aplicado en cuanto a presencia de los alumnos: 1.- Constante, 2.- Intermitente y 3.- Nula, explicó Tere que: el 65 por ciento de los alumnos registran entre la 1 y la 2, con una presencia de tres actividades semanales, pero en el 35 por ciento, su presencia es nula. “Las mamás dejaron de contestar”.
Por esas cifras, la expectativa del regreso a las aulas dice que se observa difícil. “Claro que esa parte de interacción en las escuelas es muy importante, es un espacio en el que ellos pueden ser ellos, tienen interacciones que no tienen desde hace más de un año, pero me preocupa, voy con mucha expectativa sobre cómo será su interacción, saber si el regreso será en pequeños grupos o todos, porque será muy difícil controlarlos por el entorno del que vienen”.
“Si de por si nosotros trabajaremos un diagnóstico académico de cómo viene cada niño, será un diagnóstico de igual forma enfocado a lo emocional, del rebote que hubo en los padres de familia, incluso de canalizarlos para una atención psicológica más especializada, porque hay situaciones extremas de niños que perdieron a sus tíos o a sus abuelos”.