Y para el reencuentro, la diversidad gastronómica es vasta y variable en precios, todo dependerá de la condición económica de las familias morelianas para definir el platillo de fin de año.
De acuerdo a varias amas de casa, parte de lo más tradicional y económico, podrían ser los tamales y el pozole.
En ambos casos, los costos podrían oscilar entre los 300 y 500 pesos la vaporera de cada uno de ellos, dependiendo la calidad de carne que se use, pero teniendo siempre como base al maíz.
A ello se podrían sumar los tradicionales buñuelos, que con una inversión de 250 pesos se podría elaborar una buena cantidad de ese postre y su atole blanco.
En muchos hogares se recurrirá al pollo rostizado asado, con 300 pesos, se podría adquirir tres de estos ejemplares en cualquier rosticeria de la ciudad.
Quizá la cena de Año Nuevo no revista la misma importancia a la navideña, pero también habrá quienes acudan nuevamente al pavo ahumado, cuyo costo, dependiendo del peso, podría ser considerado sobre los 350 pesos, aparte de las guarniciones y ensaladas a acompañarle.
Asimismo, habrá quien no se quiebre tanto la cabeza y acuda a uno de las grandes tiendas comerciales y opte por jamón cocido, ya decorado de unos dos kilos y medio, a un costo de entre 300 y 250 pesos.
En ello, no faltaría el tradicional ponche, a que razón de unos 100 pesos se podrían adquirir todas las frutas para elaborar una vaporera.
Punto y aparte merecen las bebidas alcohólicas, donde un cartón de cervezas se expende sobre los 200 pesos.
De los alcoholes, ni hablar, las vinaterías y tiendas de autoservicios ofrecen una amplia caridad de tequilas, rones, brandis y whiskies, quien pueden ir de los 150 hasta los 800 pesos, en un rango muy conservador.
La cena de fin de año será sujeta a las capacidades y bolsillos de cada una de las familias morelianas.
Pero de que habrá, habrá, en la gran mayoría de ellas.