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GUADALAJARA, Jal., 3 de junio de 2016.- La diputada Candelaria Ochoa, presentó de manera conjunta con la diputada Mirza Flores, una Iniciativa contra el acoso y discriminación en las Instituciones de Educación Superior (IES), con el fin de que la Secretaría de Educación Pública desarrolle los mecanismos para integrar la igualdad de género en dichos planteles educativos. La iniciativa fue turnada a la Comisión de Educación Pública y Servicios Educativos.
“Vivir una vida sin violencia, se ha convertido en uno de los derechos humanos más importantes para las mujeres, por ello son positivas todas las iniciativas de ley para prevenir, eliminar y sancionar la violencia de género a través de políticas públicas en el ámbito social, cultural y educativo”, argumentó Ochoa.
La Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas refiere en su informe de 2016, que organismos de derechos humanos atendieron un total de 758 víctimas de violencia sexual, de los cuales 38.1 por ciento de los casos ocurrieron en centros escolares.
De acuerdo al estudio realizado en 2009 por el Programa Universitario de Equidad de Género de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), 49.3 por ciento de las alumnas admitió haber sufrido algún tipo de hostigamiento. El documento enfatiza que en México existen al menos 32 universidades autónomas locales, una por cada entidad federativa, y solo cuatro de ellas tienen un protocolo diseñado para la atención de hostigamiento y abuso sexual.
En el caso del Instituto Politécnico Nacional (IPN), puso en marcha en 2007 el Programa Institucional de Gestión con Perspectiva de Género, igualdad de oportunidades y no discriminación como una política institucional, sin embargo, no se han obtenido los resultados deseados.
Por su parte, la diputada Ochoa compartió los resultados de una investigación realizada al interior de la Universidad de Guadalajara (UDG) del 2009 al 2010 que arrojó comportamientos discriminatorios y sexistas recurrentes en los que destacan: problemas laborales de las profesoras (dificultades de promoción, asignación de tareas rutinarias, dificultad de conciliación entre vida familiar y profesional); falta de reconocimiento de la autoridad y competencia de las profesoras, sobre todo jóvenes, por parte de estudiantes; discriminación y acoso hacia las alumnas por parte de profesores (intromisión en su forma de vestir y en su vida personal). Entre los estudiantes se detectó discriminación hacia las mujeres (vacío social); vigilancia y celo en relaciones de pareja.
Candelaria Ochoa sostiene que a pesar de las cifras alarmantes y el reconocimiento de la problemática, no existe una estrategia preventiva ante el acoso y abuso sexual ni mecanismos sancionadores para inhibir estos comportamientos.