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Libros de ayer y hoy
¿Por qué amamos u odiamos a López Obrador? Se ha puesto a pensar, estimado lector, ¿por qué tanta gente lo sigue o, su contrario, lo odia? Esta situación, aunque haya otras más, se explica por los fenómenos psicológicos de la identificación y la proyección.
El primero, -la identificación- se da porque advertimos muchas cosas en él, que también tenemos. ¿Quién no ha prometido tantas cosas que, a lo mejor quisiera cumplir pero, no puede? ¡Todos! O ¿quién, a sabiendas de que no va a poder hacer algo, deja la esperanza de que sí? ¡Pues, todos!
¿En qué más nos identificamos con López? A ver querido lector, ¿nunca ha dicho usted una mentira? Al igual que yo, muchas. (Les prometo que este artículo no es mentira -al menos eso quiero creer).
Otra cuestión, ¿cuántas veces nos hemos sentido el ombligo del mundo, y desear el que todos nos otorguen la importancia que creemos merecer? Pues, todos en algún momento de nuestra sempiterna existencia lo hemos experimentado.
O ¿cuántas veces nos hemos mofado de otros y con una sonrisita sardónica descalificamos las palabras o la actuación de los otros? ¡Pues todos!
¿Le seguimos? ¿Cuántas veces hemos culpado a otros por nuestros errores? Montones de veces. -Si mis padres no me hubieran consentido tanto de pequeño, yo sería un triunfador en esta vida-. ¡Hasta del buen trato nos quejamos!
¿Cuántas veces nos hemos sentido los más honestos? Pero, si hay la oportunidad de pasarse una luz roja en el camino, no la pensamos dos veces. Así somos los seres humanos y, López Obrador, al parecer, es muy humano.
El asunto de los que odian al presidente u a otra persona, dicen los psicólogos, es porque odian los defectos que tienen y que los ven reflejados en el otro. Tal vez no estamos conscientes de que odiamos mentir, pero lo seguimos haciendo. Y aquel que sigue mintiendo pues, nos molesta, ya que nuestra inteligencia busca, naturalmente, la verdad.
Y así, por cada uno de nuestros defectos podemos seguirle. Si odiamos esas actitudes, las odiaremos también en quien se vean reflejadas.
El asunto de la proyección es que vemos reflejadas las cosas que quisiéramos en nuestra vida. De esa manera, se admira a quién lo ha logrado. ¿Quién en su buena, mala o regular existencia, no ha soñado con ser presidente, o un rey o reina y vivir en un palacio? ¡Todos! Y solo recientemente, entre 126 millones de mexicanos, el presidente y, su familia, lo han logrado.
-¿De qué escribiste hoy?-
-De la identificación y la proyección-.
-Y ¿eso qué es-?
-Que odiamos en otro lo que odiamos en nosotros mismos.-
-Pues, ¿qué relación hay conmigo el odiar que me des tan poquito chivo?-