La Ahogada, el que la prueba se pica
· El presidente se equivocó con el aeropuerto: Alfonso Romo
· Paró el negocio más redituable de empresarios en decenios
· De la que se salvó el canciller designado Héctor Vasconcelos
Es sabido:
El empresario Alfonso Romo teje para que otras áreas de gobierno destejan.
Luego debe volver a tejer lo que otras áreas de gobierno destejieron.
Y así se la lleva en esa interminable tarea de Sísifo.
El personaje de la mitología griega lo hacía con una enorme piedra en su castigo cerril, pero el regiomontano agroindustrial debe hacerlo de manera cotidiana mientras llegan las malas noticias o las malas decisiones.
Su público regular son miembros connotados del sector privado.
Mexicanos, de origen estadunidense, árabe, israelí o europeo: su trabajo es universal y a su obligación es transmitir un mensaje de tranquilidad para impulsar la inversión y dinamizar la economía.
Estos se disputan la presencia del jefe de la Oficina de la Presidencia de la República, bien sea a título personal, de manera orgánica o como representantes de gobiernos extranjeros.
Suyos son los buenos ánimos de Andrés Manuel López Obrador cuando anuncia un crecimiento mayor –dos por ciento en 2019- al pronosticado por el Banco de México o la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).
EL MAYOR NEGOCIO EN DECENIOS
Pero a veces disiente de su jefe.
Va una historia:
En enero, Alfonso Romo se reunió con un destacado grupo de empresarios extranjeros y para mejorar la confianza en el diálogo coloquial se escogió una casa en Las Lomas.
Uno de los presentes, dirigente de una cámara comercial binacional, le abordó un tema preocupante para la iniciativa privada como para gobiernos extranjeros y sobre todo líneas aéreas.
Quiso saber por qué se canceló el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y cuál era su opinión personal –la de Alfonso Romo- por encima de papel gubernamental.
-Creo que el presidente se equivocó…
Los asistentes contuvieron el aliento.
El empresario regiomontano los tranquilizó con otras explicaciones.
Por ejemplo, la corrupción con la cual se hicieron los contratos, disfrazados de concursos, para favorecer a trasnacionales y constructoras mexicanas con graves repercusiones en el erario.
Pero hay algo más, apuntó.
Funcionarios del anterior régimen –el Partido Revolucionario Institucional (PRI), dijo de manera genérica- se disponían a hacer uno de los negocios más redituables en decenios.
-Compraron terrenos a diez pesos y los iban a vender a 500 dólares el metro –dijo para ilustrar el monto de las fortunas.
No satisfizo a los presentes y por eso surgió una pregunta más sensata:
-¿Por qué no mejor se expropiaron esos terrenos y se les pagaban al precio original, el pagado por esos priístas?
Así habría un aeropuerto funcional, moderno, en lugar de tres de proyección dudosa y también muy costosa.
Es como vender cachitos de lotería y el transporte no es una lotería –me comentó uno de los asistentes.
RAZONES DE HÉCTOR VASCONCELOS
-¿Por qué prefirió la senaduría a la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE)?
Héctor Vasconcelos no piensa la respuesta:
-Mire: hay tiempos para todo y la cancillería ya no es para mi tiempo… No tengo edad para andar en una posición que reclama tanto tiempo.
Lo siento sincero.
No le tocó torear a Donald Trump y hace un trabajo distinto a evitar la paralización de la frontera, ahora ralentizada por Washington con graves efectos económicos, turísticos y migratorios.