Visión Financiera/Georgina Howard
Verdad, mentira, duda y certeza
¿Cuándo sabe usted que lo que piensa es verdad? ¿O miente usted, si no sabe que lo dicho es verdad? En otras palabras, ¿puede usted mentir diciendo la verdad?
Y es que es importante conocer qué es la verdad. Aquí no estamos aceptando que cada uno tiene su verdad. La verdad es una, tal cual.
¿Cómo definimos la verdad? Tan fácil como decir, lo que es. Así de sencillo, sin complicarnos. De esta manera podemos afirmar que la verdad lógica es la adecuación de la mente con la realidad. Por ejemplo, si digo que el sol es brillante. Esa afirmación está de acuerdo con lo que es.
También, de ahí deriva la sinceridad. Y ¿qué es ser sincero? Decir lo que se piensa. Si yo pienso que ir a votar es bueno para la democracia y lo digo, soy sincero. Si pienso que votar es bueno para la democracia, pero, digo que no es bueno. Eso ya es mentir.
¿Pero puedo mentir diciendo la verdad? En el plano moral o ético sí. Por ejemplo, si yo pienso que fulanito de tal es culpable de un delito y digo que no lo es, estoy mintiendo. Aunque, en la realidad sí sea culpable.
Muchas veces pensamos que decimos la verdad o que otros la dicen cuando opinan. Opinar no es decir la verdad ni la mentira. Simplemente es expresar lo que pensamos de cierta cosa, dar nuestro punto de vista sobre algo.
La opinión se encuentra entre la duda y la certeza. Esta última es la firmísima convicción de que algo es tal cual lo percibo y lo pienso. Estoy segurísimo de algo. Por ejemplo, yo estoy seguro de que la luz roja en el semáforo significa “no pasar”.
La duda se da cuando no se por cuál opinión optar. Dudo si debo votar o no en la consulta de revocación de mandato, por ejemplo. – ¿Es que no se va a aceptar el resultado si es adverso al presidente? – En ese caso, si no se acepta lo que las urnas arrojaron y se diga otra cosa se está mintiendo.
Así que, sepamos qué es la verdad. Distingamos cuando opinemos sobre algo. No necesariamente estamos diciendo la verdad, si no, dando nuestro punto de vista. Procuremos ser sinceros, pues, la verdad nos conduce a una vida mejor y más plena, aunque, a veces, la verdad duela.
– ¿De qué escribiste hoy? –
– Sobre qué es la verdad.
– ¡Ah, por cierto! Dime la verdad, ¿quién es la muda que te habla y no contestas? –
– Es la alarma del teléfono. –
– ¡Nunca dejarás de decir mentiras! –
¡PLOP!
El escritor es director del Departamento de Filosofía de la UAG