
Genio y figura
Continúa la batalla
Pisadas recias. En orden. Segundos contados. Precisión exacta. Calzado lustroso. Uniforme brillante. Disciplina intacta. Férreo avance. Orgullo alzado. El más valiente, el más experimentado, el más poderoso, el más osado.
A su encuentro viene. El enemigo. Hecho menos, improvisación constante. Mas hambriento, hambre y orgullo conjunto. ¡¡¡No al invasor!!!
Sonaban los clarines. Tronaban los cañones. Relinchaban los caballos. Fulgor metálico de choques de espadas. Gritos de dolor. ¡Alaridos incesantes!
Batalla cruenta. El ejército débil (México) venció al fuerte (Francia) en la Batalla de Puebla. Érase un 5 de mayo de 1862. Desde entonces se veía a México como un botín, “el tesoro que todos merecen”. Si unos cuántos mexicanos se apropian de sus riquezas y lo explota sexenal, docenal, y transexenalmente. Por ¿qué unos extranjeros no habrían querido venir, reclamar ciertas deudas. “La Guerra de los Pasteles”, el pretexto.
Pero, hubo patriotas, entre ellos, uno, alejado de la historia. Pieza clave para la victoria. Porfirio Díaz. Olvidado del pueblo, olvidado en la gloria. Si se ganó esa cruenta lucha, fue en buena parte, debido a su genio militar, a su entrega y entereza. Ello sumado a la valentía del pueblo, que luchó incesante, por defender a su tierra, a su patria.
Algún día la historia de esta nación, será benévola con sus verdaderos héroes, con aquellos que en realidad la defendieron: los cortés, los iturbides, los vasconcelos. Dejaremos de exaltar a quienes la ofrecieron en venta como baratija, como piltrafa. Dejará de verse para amasar fortunas inexplicables, cuya elucidación es la avaricia de lujos, de riqueza, de poder.
El pretexto: servir al pueblo. ¡Servirse de él, es lo que impera! Pobre México, ¿hasta cuándo serás recompensado por el esfuerzo de tu gente?
Hoy México libra otra más de las batallas. No solo contra el coronavirus, que nos confina, que nos ata. Libra la batalla con su pasado. Aun no terminan las rencillas entre liberales y conservadores del siglo XIX. Continúa la lucha de clases de Marx, en el discurso de oficio. Los ricos contra los pobres. Los buenos contra los malos. El maniqueísmo falso, inventado.
Hoy México libra la batalla con su presente. Todos los días, desde temprano, se alienta el odio, la división, la fragmentación. Y lucha contra su futuro. Lo poco logrado en el pasado reciente ha sido cercenado. La esperanza en un México fuerte, rico y emprendedor ha sido reemplazada por miedo, incertidumbre y desconfianza.
¡Hacen falta nuevos héroes que, con su entrega, su fuerza y valentía, vuelvan a librar no solo una batalla como aquella del 5 de mayo de 1862 sino, de nuevas batallas, las del día a día, en pos del bien de la patria!
Esposa: – ¿De qué escribiste hoy? –
Esposo: -De la guerra de los pasteles. –
Esposa: – ¡Ah! Hablando de guerra…-
Esposo: – ¿Qué? –
Esposa: -Mi mamá se queda con nosotros la cuarentena. –
¡¡¡PLOP!!!
Salvador Echeagaray, director del Departamento Académico de Filosofía de la UAG