El presupuesto es un laberinto
Gran paz
“Después de la tempestad viene la calma”. ¡Qué frase tan más trillada! Y hay que decirlo, no siempre viene la tranquilidad y la paz, a veces la tempestad puede crecer y aumentar el daño. En ocasiones la paz llega sola; en otras, como lo dicen algunas religiones, puede no llegar nunca (si el alma se condena).
Por ello, hay que buscar la paz. Ayuda el sentarse y leer un buen libro que nos hable de espiritualidad. Pudiera ser algún texto de sentencias sabias la Biblia, por ejemplo, o algún libro de sabiduría ancestral como textos de Platón o algunos estoicos como Séneca.
Y más en este mundo tan convulsionado que nos ha tocado vivir, donde el estrés y la ansiedad aumentan por múltiples razones: tanto tránsito en las calles, el camión que no pasa, el semáforo que no avanza. Los múltiples mensajes en WhatsApp, que nos abruman. ¿No será algo importante el que vea los mensajes? Sí a veces, pero, la mayoría de los mensajes son vanos e inoportunos. Abundan los memes, chismes y obscenidades.
Todo esto nos distrae, quita el tiempo y aumenta, luego, el estrés porque se acumulan las prioridades. Así que la paz, la tranquilidad brillan por su ausencia.
Pero, ayer, particularmente, experimenté la paz de manera suave, tranquila y sosegada. Participé de la misa tradicional, la tridentina, en latín. Esa que la jerarquía de la Iglesia quiere extirpar. Hora y media se pasó rápido, proveyendo de paz y tranquilidad al alma. ¡Qué pena que algo tan bueno, se quiera proscribir! ¡Tanto bien que haría a nuestra sociedad!