
Libros de ayer y hoy
¿MENTIR?
– ¿Pero, qué problema puede haber si decimos pequeñas mentiras, profe? –
– Bueno, no está permitido mentir, puesto que, la mentira, por pequeña que fuere se dice con intento de engañar. –
– Ah, pero no siempre.-
– Y si se permite una pequeña mentira, la que sigue va a ser un poco más grande y la otra, todavía más, ¿quien pondrá los límites? –
– Pero, hay veces que hay que mentir, por ejemplo, por librarse de un peligro. –
– Bueno, la ética no te va a exponer a que te maten. Tu tienes la obligación de cuidar tu vida. –
– ¿Entonces, profe, si no puedo mentir qué se hace en esos casos difíciles? –
– Puedes usar la restricción mental y/o el equívoco? –
– El equi, ¿qué? –
– El equívoco; que es decir algo, para que la otra persona, lo interprete de una manera que te proteja. –
– ¿Cómo está eso profe? –
– Te voy a poner el ejemplo de San Atanasio. A él lo venían persiguiendo para matarlo. Iba huyendo en una balsa pero, se cansa de remar, gira y se regresa. En determinado momento queda enfrente de sus perseguidores. –
– ¡Qué valiente! –
– ¡Sí! Bueno, continúo. Los que pretendían matarlo le preguntan. ¿No ha mirado pasar al obispo Atanasio? –
– ¡Chanfle! Y ¿qué les contestó? –
– “No está lejos, remen a prisa, a ver si lo alcanzan”. –
– ¡Órale! –
– A ver, ¿dijo alguna mentira San Atanasio? ¿Estaba lejos? –
– No. –
– ¿Si remaban a prisa lo alcanzarían?-
– Sí. –
– Ya ven, no es necesario mentir. –
– Pero, está difícil eso profe. Lo más fácil es echar una mentirota. –
– Bueno, hay que empezar por hacernos el hábito de no mentir. –
– Oiga profe, también mencionó a la restricción mental. –
– Y eso ¿qué es?-
– Es decir una frase y terminarla en tu mente. –
– A ver, ¿cómo está eso? –
– Ante una pregunta indiscreta o ante una situación complicada, se puede usar la restricción mental. –
– ¿Por ejemplo? –
– Supongamos que a la señorita Pérez la busca en su casa el exnovio que era drogadicto, pendenciero y vividor. –
– ¡Dígale algo profe! –
– Y la mamá de Pérez abre la puerta. Al preguntar por ella, no quiere mentir y le dice: -No está -. Y en su mente termina la frase “-para salir contigo-”. Y así, no mintió y salvó el peligro. –
– ¡Ja, ja, pues sí! –
– Pero, recuerden el equívoco y la restricción mental, solo se pueden usar en casos que represente un peligro o en preguntas indiscretas o mal intencionadas. –
– ¡Qué bien profe! Cuando me reclame mi novia de que me vieron con otra, voy a decirle: “No era yo” y termino la frase: “consciente de eso”.
¡¡¡Plop!!!
El autor es director del Departamento de Filosofía de la UAG.