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¡¡¡PLOP!!!
Día del niño
Sonrisas inocentes. Gritos de alegría. Pasitos corriendo de aquí para allá. Carcajadas de emoción. Todo es juego, todo es risa o dolor, pero, todo es honesto, profundo, intensamente vivido. El niño es como un gran filósofo, pero en pequeño. “La admiración nos lleva a filosofar”, decía Aristóteles y, el niño, es el que más se admira de las cosas.
Los niños son la alegría del hogar. El motivo por el que en las madrugadas despertamos a ver qué le pasa, a ver cómo está. Son el motor del diario vivir. La paga por el esfuerzo incesante. La ilusión de ir por el dulce a la tiendita y ver una sonrisa de alegría que contagia a quien la entrega.
Los niños son paz, son esperanza, son gloria. Pero, también pueden ser máximo dolor, si a nuestros hijos algo malo les pasa, preferiríamos que fuera mejor a nosotros. Damos la vida por ellos sin pensárnoslo. Sus alegrías son nuestras. Así, sus dolores nos duelen más a nosotros que a ellos. Un llanto, una lágrima, una caricia de mamá y pronto se curan. Las penas de los mayores a veces no sanan.
Los niños son el renuevo de la vida; la continuidad humana en el planeta. Si escasean, si se les niega su derecho a crecer en el vientre de su madre, si se les impide nacer, si se niegan sus derechos, si se les coarta su inocencia, la sociedad se enferma y va muriendo poco a poco, incesantemente.
“Dejen que los niños vengan a mí”, dijo Jesucristo hace dos mil años. Y ahora el clamor es el mismo. -Dejen que los niños nazcan, dejen que los niños vivan. Pues nuestro planeta sin ellos carecería de esperanza-. El que un niño no venga a la vida, es como cortar a los árboles cuando son pequeños, nunca darán su fruto. O, -¿Pero qué tal si iba a ser un delincuente?- Bueno, ahí está la labor de los padres y de la sociedad entera.
En este día del niño, festejemos a esos pequeños grandes seres que representan lo mejor de nuestra sociedad y la mantienen con la esperanza. Y no dejemos de ser como ellos, libres, puros, llenos de emoción y de sueños.
Esposa: -Y ¿de qué escribiste hoy?-
Esposo: -De que debemos ser como niños-.
Esposa: -¡Ah, ya entiendo! ¡Ve y recoge el tiradero que dejaste!-
¡¡¡PLOP!!!
Salvador Echeagaray, director del Departamento Académico de Filosofía de la UAG