Libros de ayer y hoy
¿Nada?
Oscuridad. Inmensa soledad en el espacio. Sin cuerpos, sin espíritus. La nada no se puede imaginar. ¿Por qué? ¡Porque no hay nada!
Cuando tratamos de concebirla, estamos en el supuesto de que hay algo. Es el ser pensante el que la intenta explicar. Ese ser existe. Es. Es algo, no es el no ser. No es la nada.
Al imaginar la nada, ya hay algo, el que la dibuja en su mente, el que intenta descifrarla.
La nada se desvanece. Al menos, tiene cuatro letras. Ya no es nada, ya es.
Y esta reflexión viene a cuento del ateo. El que dice: ¡No hay Dios! ¡Ah, pero, sí hay agujeros negros! Como decía Stephen Hawkins.
El ateo explica lo que existe por el Big Bang. Sí, está bien, coincidimos, ¿pero, de dónde surge el Big Bang? ¿De dónde salieron esos gases que explotaron? ¿De la nada
De la nada, no puede salir nada, pues, tan fácil: no hay nada.
Por consiguiente, en vez de nada, tuvo que haber habido, El Todo: Dios.
Un ser infinito que, siempre, haya existido. Porque, si no, no habría algo, ni tampoco, el ateo que lo niega.
– De qué escribiste hoy? -.
– De que no existe la nada -.
– ¿ Y lo que me dejas para el gasto, ¿no es la nada?
¡¡¡PLOP!!!
El autor es director del Departamento de Filosofía de la UAG.