Libros de ayer y hoy
Pandemia y virtudes
“No hay mal que por bien no venga”, dice el refrán. Así que, la pandemia provocada por el COVID- 19 es un mal, luego tiene que venir un bien. Y ¿cuál es ese bien que se desprende? Podemos deducir varios, pero, un grupo de esos bienes son el de las virtudes, que no son otras cosas que buenos hábitos. Pero, ¿cuáles son esas costumbres positivas que han surgido de este mal?
Bueno, pues respecto a las virtudes intelectuales, que perfeccionan nuestra inteligencia, podemos señalar las siguientes:
1. Arte: Este es el dominio de una técnica para producir algo. Ahora hemos adquirido el arte del aseo, de la limpieza, de la sanitización, etc. Incluso, el ponerse bien un cubrebocas requiere cierta práctica, pues, mal puesto de poco sirve.
2. Ciencia: El hábito de las causas inmediatas. De alguna manera, hemos adquirido un poco más de ciencia. Al indagar sobre el virus, hemos conocido cómo actúa, cómo penetra en nuestra fisiología y cómo puede infectarnos. También, hemos aprendido sobre medicina preventiva, por ejemplo, cómo estornudar o toser, cómo cuidar la salud, etc.
3. Sabiduría: Esta virtud que trata sobre las causas últimas de las cosas nos ha hecho reflexionar sobre qué es la vida, cuál es su importancia. El COVID-19 o la amenaza de éste, nos ha hecho pensar en qué sigue después de esta vida y, sobre todo, hemos valorado el estar sanos y vivos.
Dentro de las virtudes que fortalecen nuestra voluntad tenemos a la:
1. Prudencia: Esta es la virtud que nos mueve a actuar o dejar de hacerlo según convenga. Hemos desarrollado este buen hábito porque al ser más cuidadosos con nuestra salud, somos más prudentes. Así es, tomamos más precauciones que antes no importaban. Hoy tenemos más conciencia de cuidarnos a nosotros mismos y a nuestros prójimos.
2. Justicia: El hábito de dar a cada uno lo que merece. Si no te cuidas, ni cuidas a otros, te enfermas. Hemos sido más justos sin duda. También, si alguien no se cuida o no cuida a otros se lo hemos señalado.
3. Fortaleza. Esta es una virtud que sin duda hemos desarrollado a cabalidad con la pandemia. Se requiere de gran ánimo el soportar el encierro, la pérdida del trabajo o la pérdida de un ser querido.
4. Templanza: La virtud que modera los placeres. Sin duda, también ha sido una buena costumbre adquirida. Tenemos más conciencia que ciertos placeres nos pueden enfermar si no los regulamos. El comer mucho, por ejemplo, provoca obesidad. Ésta es una amenaza mayor para quien adquiere el coronavirus. La bebida es un placer sin duda, pero se ha moderado al mitigarse y controlarse bares, tables, antros y otros tugurios.
Respecto a las virtudes derivadas, podemos decir que son todos los hábitos buenos que podamos tener.
1. La paciencia: Ésta se requiere porque no es fácil haber cambiado nuestra vida normal a una vida de encierro. Además, se necesita mucha paciencia para atravesar el día a día que la pandemia nos impone.
2. La pulcritud: Es el hábito de mantenernos limpios. Sin duda, es una de las virtudes más desarrollada en estos aciagos tiempos.
¡Ah! Pero, no dejemos de mencionar a las virtudes teologales, que son la fe, la esperanza y la caridad. Ésta última ha sido altamente desarrollada pues, a muchos, nos ha movido por solidarizarnos con nuestro prójimo y ayudar al enfermo, al que se quedó sin trabajo, al que siente desamparo.
Pero, sobre todo, tenemos la fe y la esperanza de que esta amenaza para la humanidad pronto va a pasar y volveremos a retomar nuestra vida incluso mejor que como la habíamos vivido. Ya tenemos conciencia de la importancia de estar vivos y así, agradecer a Dios, el diario despertar.
++++
Esposa: – Y sobre qué escribiste hoy? –
Esposo: – Sobre las virtudes que se han desarrollado con la pandemia. –
Esposa: – ¿Y la generosidad no es una virtud? –
Esposo: – Claro que sí -.
Esposas: – Entonces, ¿por qué no me has aumentado el chivo? –
¡Plop!
Salvador Echeagaray, académico de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG). [email protected]