Visión Financiera/Georgina Howard
CIENCIA MODERNA Y FILOSOFÍA ANTIGUA
No dejan de sorprendernos los antiguos filósofos griegos. Ellos sin tener los avances científicos que la humanidad posee hoy en día, para observar la naturaleza, llegaron a indagaciones sorprendentes. Ahí tenemos a Aristarco de Samos que casi 1,800 años antes que Copérnico dijo que la tierra gira alrededor del sol.
Anaximandro se adelantó casi dos milenios al esbozar la evolución y el surgimiento de la vida en el agua, que injustamente se le atribuyen a Darwin. Dice la IA: “Anaximandro de Mileto, un pensador naturalista que vivió en el siglo VI a.C., planteó ideas sobre la evolución que incluían:
Los primeros seres vivientes nacieron en ambientes húmedos y rodeados de cortezas espinosas. Con el tiempo, se trasladaron a lugares más secos y rompieron sus cortezas. El hombre proviene de animales de otras especies, ya que los demás animales pueden valerse por sí mismos al nacer, mientras que el hombre necesita un largo período de crianza”.
Anaximandro también postuló que el principio de todas las cosas era el ápeiron, lo indefinido, lo ilimitado, lo infinito. A partir de él se generaron todos los elementos, como el calor, el frío, lo seco y lo húmedo, y de la interacción de estos surgió toda la naturaleza.Por su parte, Demócrito preconcibió la idea del átomo.
Hace unos días en una clase de filosofía de la ciencia, vimos un poco la física cuántica. En uno de sus postulados habla de la teoría de la incertidumbre. Esto es que la posición de una partícula subatómica puede o no, manifestarse. “Si no se le observa no se manifiesta, si se le observa sí”.
Ahora, nos llama la atención un filósofo de la antigüedad que postuló algo similar. Anaximandro de Samos esbozó que arjé o principio del universo es lo indeterminado. Dado esta situación, en el interior del átomo, existe lo indeterminado, otra aproximación que la misma ciencia habría de comprobar milenios después. Lo que nos lleva a concluir que la ciencia racional se adelanta a la ciencia experimental. Pero, no hay que excluirlas, hay que unirlas, así evitaremos “el caos” en el conocimiento.
Así que entre más avanza la ciencia experimental o lo que comúnmente conocemos como ciencia, le damos más valor a esos primeros filósofos que originalmente, o no, llegaron a conclusiones asombrosas.
– ¿Dónde anduviste hoy que no supe nada de ti?
– Trabajando como siempre.
– ¿Te creeré?
– Créeme, lo que pasó es que no me manifesté.
– ¡¡¡PLOP!!!