Belleza

Un día como hoy 5 de agosto pero de 1962 murió Norma Jean Baker. Ese nombre no nos dice nada. Pero, ¿qué tal el de Marilyn Monroe? Ese sí, ¿verdad? Es que al igual que el “look” el nombre de los ídolos deben sonar impactante.

No hay que olvidar que somos hilemórficos. Tenemos materia y forma, como lo dice el filósofo griego Aristóteles. La materia es nuestro cuerpo, la forma es nuestra alma. Y como animales racionales tenemos sentidos, luego éstos -valga la redundancia- nos hacen sentir. El alma responde a lo que el conocimiento de las cosas le llega a través del cerebro y, éste, a través de los sentidos.

Y así, hilemórficamente reaccionamos cuerpo y alma, con tendencias hacia el bien (o lo que consideramos bien). Tendencias a la verdad, (a nadie le gusta que le mientan). Tendencia a lo bello, (o a lo que aprendimos que era bello).

Así es, tanto de manera natural o cultural tenemos tendencia a admirar lo bello. Podemos decir que un paisaje es bello, una flor, un cielo lleno de estrellas. Pero, los humanos, lo más bello que pueden observar, en este mundo, es otro ser humano y, si es bello, volcamos nuestra voluntad hacia él o ella.

No obstante que haya preferencias hacia cierto tipo de belleza, coincidimos en una belleza genérica, que Tomás de Aquino se refirió como “el esplendor de la forma”.

Así, en el plano de la farándula, han destacado mujeres a las que se les considera muy bellas, como la mencionada Marilyn Monroe, María Félix, Sara Montiel, Sofía Loren, Salma Hayek, y muchas más. U hombres muy atractivos, famosos actores tales como Alain Delon, Brad Pitt, Elvis Presley, Leonardo di Caprio, entre otros.

También, se puede argumentar que el canon de belleza es mutable, que cambia con el tiempo. Sí, lo concedemos pero, volvemos a lo mismo, hay parámetros naturales para considerar la belleza.

Pero, ¿a qué viene toda esta reflexión sobre la belleza? A que en esta crisis que enfrenta la humanidad es necesario que retomemos el valorar lo bello. Por ejemplo, estamos en confinamiento, “quédense en sus casas”, bueno, está bien, pero valoremos entonces, lo que hemos dejado de ver y sentir: la belleza en la naturaleza, un bosque, un paisaje del amanecer o atardecer. Los colores y el aroma de una flor, el danzante vuelo de un colibrí, la suavidad del pelo de un gato, etc.

Con la vida vertiginosa que llevábamos se perdió también el gusto por lo bello y se exaltó la preferencia a la fealdad. Tantos juguetes para niños con muñecas y muñecos con cuernos o colmillos. Modas feas, pantalones rotos, cabellos verdes, lilas, azules.

Y así, nos podemos ir enumerando la falta de apreciación de la belleza, misma que debemos tener en toda nuestra vida, sin olvidar la belleza más importante, que es la belleza de nuestra alma.

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Esposa: -¿De qué escribiste hoy? –
Esposo: -De la belleza. –
Esposa: -¡¿Ah, otra vez hablando de las golfas de tus amigas?! –
¡¡¡PLOP!!!