Tortas para los tragones
Apagón digital
Se va. Hoy se despide. Nunca volverá. Otro año viene. Nuevo deslumbrar, nuevas sorpresas. ¿Que deparará el próximo año? No lo sabemos.
Podemos indagar, especular, tratar de adivinar pero, las sorpresas siempre aparecen. A veces los giros son tan vertiginosos que nos toman desprevenidos. Como sucedió en el 2020: la pandemia de Covid 19, cambió el modo de vida. Nos volvió digitales. El hommo sapiens tornó a hommo digitalis. La siguiente sacudida sería todo lo contrario. Un apagón de todas las redes.
Imagínese nada más estimado lector una pandemia digital en que los virus hicieran inoperable al internet. No habría redes sociales. No habrían chismesitos por el Facebook, el Instagram, el Twitter. No habría correo electrónico. No podría pedir comida por aplicación. No compraría nada por Amazon. No habría video chats, video llamadas, mensajitos de amor, nada de eso.
Entonces, así como la pandemia en el 2020 nos tomó desprevenidos, y tuvimos casi todos, que digitalizarnos, así deberíamos estar atentos con el Plan B. Póngase a pensar, ¿qué pasaría si de repente hubiera un confinamiento tecnológico?
No parece que estemos preparados para retornar, de un día para otro, al tipo de vida que llevábamos antes de la era digital. Ahorita, escribo en computadora muy a gusto. Si me equivoco o un párrafo quiero borrar o cambiar, no tengo mayor problema. Lo borro o lo muevo de un lugar a otro. Cuando usábamos máquina de escribir, borrar una letra, era hasta complicado. Cambiar un párrafo, significaba tomar otra hoja y comenzar de nuevo.
Así que, tengamos un Plan B. Tengamos libros en físico, hojas, desempolvemos la vieja máquina de escribir, de repente compremos un diario en papel, hagamos una carta de amor o de simple saludo. Ensayémoslo. Escribamos, vayamos a la oficina de correos, compremos un timbre, enviémosla y en un par de semanas esperemos la respuesta.
– ¿Por qué tan misterioso, profe?
– Es que el examen va a ser en físico, escrito a mano.
– ¡No profe! Ya no voy a poder buscar las respuestas en Google.
¡PLOP!!!
El autor es docente en filosofía en la UAG.