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La Ahogada, el que la prueba se pica
Asesinatos atroces
Líquido frío. Olor Intenso. Agresión inexplicable. Luego, la flama. Atroz ardor. Antesala del infierno. Desesperación mortal. Muerte latente. Dolor insoportable. Humillación descarnada. Asesinato inmisericorde. Sociedad desquiciada. Odio latente. Indignación total. ¿Quién mata así? ¡Solo el odio más acérrimo, el cobarde más vil, el emisario del averno!
Y es que no dejan de sorprendernos, de aterrarnos, las noticias de que dos mujeres, recientemente, fueron quemadas vivas . Estas eran Luz Raquel, en Zapopan, Jalisco y Margarita Ceceña de Cuautla Morelos.
La primera fue advertida de su muerte. ¡Te voy a quemar viva! Decían los letreros pintarrajeados en el edificio departamental donde moraba. El motivo, al parecer, era el ruido que hacía su hijo enfermo de autismo.
Pudiera haber indicios de que ella misma se prendió fuego. Si es así, empeora las cosas. Tenemos el deber de respetar la vida de otros, máxime, nuestra propia vida.
De la segunda, cruelmente asesinada. Circula un video donde se ve a su verdugo caminar con un bote de solvente. Dando pasos firmes para causar la muerte más dolorosa.
Y estos crímenes deben ya alertarnos como sociedad que esto debe detenerse. Esto ya nos debe despertar de nuestro letargo ominoso de simples espectadores de noticias indignantes.
La autoridad no va a hacer nada. Ya obtuvo lo que deseaba: los votos suficientes para enriquecerse y adueñarse del poder.
Solo nos queda alzar la voz. Exigir a las instancias competentes que cumplan con sus obligaciones. Organizarse para protegerse. Todo esto al mismo tiempo de tomar acciones preventivas en todos los niveles sociales, educativos, productivos, etc. Concientizar a la sociedad sobre la importancia del respeto a la dignidad humana y a la vida, en todos los niveles educativos y sociales.
También, habría qué legislar acerca de la prudencia que deberían ejercer los medios de comunicación, para los mal encauzados, son ideas atractivas para perpetrar sus crímenes.
La violencia que vive México debe ya parar, si no, el que se va a parar es nuestro país. Y nuestra generación y las venideras tardarán décadas en reparar el daño, si es que pueden.
– Hola amor, te vas a enfadar conmigo. –
– ¿Por qué? –
– Olvidé pasar por tu mamá a la central camionera. –
– ¿Enfadarme? No. ¡Te voy a quemar vivo! !! –
¡¡¡PLOP!!!
El autor es director del departamento de filosofía de la Universidad Autónoma de Guadalajara.