¡¡¡PLOP!!!
La moralidad (2)
En la entrega anterior hablábamos de la moral y de las fuentes de moralidad. Éstas son el objeto, el fin y las circunstancias. Y ¿Para qué sirven? Son condiciones para saber si un acto es bueno, malo o regular.
Explicamos que el objeto, es la esencia del acto. Por ejemplo, el objeto de robar es apoderarse del bien de otro, por lo cual, es malo. El objeto de amar es buscar el bien del otro, luego, amar es bueno.
El fin es lo que busca quien hace el acto. El fin de dar limosna es ayudar a alguien; el fin de hablar mal de alguien es desprestigiarlo. Las circunstancias son los adjuntos exteriores al acto: lugar, modo, cantidad, cualidad, etc.
Respecto al tema que nos atañe: la educación, ¿cuál es el objeto o la esencia de educar? Enseñar algo a alguien, conducir, preparar, instruir. Pero ¿enseñar qué, instruirlo en qué? A esto respondemos: enseñar virtudes. Así de simple.
Las virtudes son hábitos buenos. Entre ellos están los hábitos de la ciencia, el arte, la justicia, la prudencia, la responsabilidad, la puntualidad, etc.
Y se preguntarán: ¿educar no es enseñar algo a alguien para que se prepare y tenga una carrera profesional?
A esto respondemos que sí, pero, que eso es solo parte de la educación. Una carrera es conocer una virtud. En ese caso es la virtud de la ciencia. Así el biólogo, domina la ciencia de la biología. Sabe las causas inmediatas que explican los organismos vivos.
Por su parte, preparar a alguien para que fabrique algo, se trata de la virtud del arte. En este se enseñan técnicas para producir cosas. En la carpintería, se enseñan técnicas para producir muebles útiles. Cabe señalar que están las llamadas bellas artes cuyo fin, es producir algo bello. Aquí incluimos a la arquitectura, la música, la poesía, el ballet, la pintura, la escultura y el cine.
Hay actividades profesionales que combinan arte y ciencia. Por ejemplo, en la medicina se enseña ciencia y arte para curar al enfermo. Pero, la virtud va más allá.
Para tener una educación completa o integral hay que educar en todas o en la mayoría de las virtudes como son la prudencia, la justicia, la templanza, la caridad, la responsabilidad, la amabilidad, la laboriosidad, etc.
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– ¿Y de qué escribiste hoy? –
– De los hábitos buenos, las virtudes. –
– ¡Ojalá tuvieras la virtud de dejarme “chivo” todos los días! –
¡¡¡PLOP!!!
El autor es director del departamento de filosofía de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG).