
La Ahogada, el que la prueba se pica
Igualdad o justicia
Mucho se aboga hoy en día por la igualdad y la equidad. “Todos somos iguales y todos merecemos lo mismo”. Nada más falso. Pero, hay que puntualizar.
Somos iguales en cuanto a la naturaleza humana. Bien nos definió Aristóteles, el gran filósofo de la antigüedad. Somos “animales racionales”.
– ¿Animales? ¡Ustedes lo serán! –
No. Sí lo somos, porque tenemos ánima, un principio vital que nos da vida. Y racionales, es lo que nos diferencia, específicamente, de otros seres que también tienen ánima, o sea, que también son animales.
También, somos iguales en dignidad. Toda persona humana tiene su valor, dado por su esencia y origen. Todos valemos y mucho.
En lo anterior somos iguales. Sin embargo, en lo personal, diferimos unos de otros. “Cada uno tiene una razón de ser”, como dice el famoso principio filosófico. Cada uno de nosotros ha venido a este mundo con una misión. Esta la podemos advertir, por la facilidad que tenemos para realizar ciertas cosas. Por los talentos que tenemos. Unos tienen talentos para las artes, otros para las ciencias, otros para los deportes, etc.
También, para distinguir cuál es nuestra misión en la vida. Hay que tomar en cuenta. ¿Qué nos gusta hacer? ¿Qué disfrutamos realizar? Esto conjuntado con nuestro talento será la misión que cada quién tiene para la vida.
Entonces, somos iguales en naturaleza humana y en dignidad, pero, diferentes en funciones. Y también colectivamente somos diferentes. No podemos hablar de pueblos o razas superiores. Cada civilización en su momento, ha aportado grandes descubrimientos a la humanidad. También, cada pueblo en cada época distinta, ha dado grandes frutos para la mejor convivencia en nuestro mundo.
La cultura China, ha aportado grandes cosas a la humanidad. En cuestiones espirituales las enseñanzas de Confucio. Amén del muy conocido aporte de la pólvora, la brújula y el papel.
La cultura griega aportó el uso de la razón a la civilización. Ahí, nace la verdadera filosofía. A los romanos, por su parte, les debemos la ciencia del Derecho. Y así nos podemos seguir. Cada cultura ha aportado algo y podemos generalizar que cada pueblo tiene su razón de ser.
Así que, personal y colectivamente somos iguales, pero diferentes en funciones.
Pero, se preguntarán muchos. ¿Por qué unos tienen más privilegios que otros? ¿Por qué unos pueblos abusan de otros?
Y la pregunta obligada, ¿por qué unos tienen más dinero que otros? Son muchas las explicaciones que podemos dar. Tal vez, algunas personas tienen más visión comercial que otras y saben generar y retener riquezas, otros saben producir pero, no prever, etc.
Aquí lo que tenemos que tomar en cuenta, es la justicia. Esta se define como darle a cada quien lo que merece,
Sí, somos iguales, pero, ¿Te esforzaste? Pues mereces esto. ¿No te esforzaste? Pues no mereces nada.
Ahí es donde debemos fijar la atención. En la justicia, más que en la trillada consigna de igualdad y fraternidad.
– ¿De qué escribiste hoy? –
– De que no somos iguales. –
– ¡Bendito Dios!!! –
¡¡¡¡PLOP!!!!