¡¡¡PLOP!!!
*NO VENGAN A TAMAULIPAS
Después de más de cinco años del actual gobierno, ya podemos asegurar que lo que menos importa es la seguridad de los mexicanos. Si alguien conoce un operativo que se haya impuesto durante este tiempo, en contra del crimen que campea en todo el territorio nacional, que me lo haga saber. Se ha hecho de todo lo malo. Jamás algo por nuestra seguridad. Y luego se preguntan por qué los mexicanos se quejan de sus gobernantes.
Durante el presente sexenio, nuestras autoridades han dejado ver que la seguridad no ha pasado siquiera a segundo término, sino más bien no tiene absolutamente ninguna relevancia. No ha estado en la mente y mucho menos entre las prevenciones de segundo plano de los que mandan.
Se ha notado más preocupación en realizar actos que han afectado seriamente el ánimo de los mexicanos, que en buscar aunque sea medianamente un remedio para combatir la inseguridad. El pueblo no importa un ápice y si tiene una profunda preocupación por la inseguridad que vive, ¿a quién le importa? Por eso, el gobierno se ha ganado legítimamente la repulsa popular más grande que se haya registrado en nuestra historia reciente.
No importa que el número de muertos aumente a niveles insospechados. No importa que en todos los estados del país, se ejerza un poder parecido al que se gana con elecciones. No importa que el gobierno cobre impuestos y paralelamente, los criminales otros. No importa que los grupos de malhechores hayan impuesto sus reales en muchos lugares.
¿Quién lleva la cuenta de los muertos? Sabemos que el gobierno lleva una mentirosa y que las organizaciones que la realizan lo hacen mal, porque no es posible contabilizar las decenas de asesinatos que se cometen en Guerrero, en lugares como Petatlán, Papanoa, San Miguel Totolapan y en otras zonas en donde las autoridades son meras figuras decorativas y hasta aliadas de los malos.
No podemos hablar de estrategias fallidas en contra del crimen, sencillamente porque no se ha concebido ninguna. Las del presente sexenio han consistido en acarrear militares a las zonas turísticas en tiempos vacacionales, para garantizar la tranquilidad mientras duran. No para menguar las fuerzas enemigas. Fuera de esos lugares, los crímenes continúan.
Los estados se disputan continuamente el primer lugar en número de crímenes. Se dice que Guerrero es el primero y al poco rato, Colima se lo quita y luego, Tamaulipas, para regresar a Guerrero, como si fuera una competencia que nos enaltece.
Hace unos días apareció en las redes sociales y mediante correo electrónico, un mensaje que dice “Si quieres continuar con vida no vengas a Tamaulipas, donde la ausencia de autoridad es manifiesta”. Agrega que “desalmados sicarios” atacaron a tres septuagenarias y despojaron a otra mujer de su camioneta.
El autor ya no pide auxilio a autoridad alguna. Sabe que jamás llegará. Sabe que Tamaulipas es tierra olvidada y a merced del crimen, en donde no es posible pedir ayuda, porque seguramente, esta será aniquilada por fuerzas superiores. Sabe, en suma, que no existe ningún plan de salvación, no solo para ese estado del norte, sino para ninguno otro.
Se limita mejor a advertir a los mexicanos que no vayan a Tamaulipas, en donde, otrora, en tiempos como hoy, muchos viajaban a las playas y a admirar el paisaje de sus ríos, como el Pánuco, el San Fernando, el Bravo y otros. O admiraban las ciudades hermosas, como Tampico, en donde en cualquier semáforo en alto, los automovilistas son hoy despojados de sus carros, en el mejor de los casos. En el peor, de la vida.