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Libros de ayer y hoy
Las cifras del presidente…
La sobreexposición está mermando la imagen presidencial. El afán de protagonismo del titular del ejecutivo, en sus emisiones de la mañana o a cualquier hora, está exponiendo al primer mandatario a la crítica ácida de un segmento del país que todavía se da el lujo de pensar, pero sobre todo lo está acercando al escrutinio del sentido común, con pocos resultados para su imagen.
El problema es que las cifras de la presidencia no cuadran con la realidad. Por ejemplo, es su buscapiés de la reelección, que trae al menos tras filos distintos, el medir la profundidad de las aguas, el provocar a sus adversarios y el tirar una línea a la próxima bancada de Morena, el presidente fundamenta su provocación con cifras, a todas luces, fuera de las más elementales proporciones. Según él, sin más testimonio que su palabra hablada (no hubieron grabaciones en video, en audio o en fotografía) fueron ¡Treinta mil obreros! los que, imagine usted el coro gigantesco, gritaban al paso de su líder: «¡reelección, reelección! Debe haber sido un tumulto impresionante alrededor de Dos Bocas. Es más, ni en el América Pachuca se juntaron treinta mil personas. El sentido común se niega a absorber la estadística presidencial.
Otro ejemplo de la desmesura entre los otros datos, los que se albergan en la mente del presidente, y la aplicación del sentido común fue la encuesta que publicó el propio primer mandatario, desde su púlpito de propaganda, y en la que, según estadísticas de esa indagación, López Obrador es el mejor presidente del mundo. Vaya uso de los números para propiciar el autoelogio.
Pero el tema más delicado es sin duda alguna el manejo de las cifras del endeudamiento. Para Andrés Manuel López Obrador su gobierno es pulcro en las finanzas públicas y no ha endeudado al país. La página del Banco Mundial es ahora la encargada de desmentir el aserto presidencial.
La administración de López Obrador suma un total de 3 mil 855 millones de dólares pedidos en préstamos al organismo internacional. al que por cierto no ha mencionado dentro de sus ataques al neoliberalismo, como si lo ha hecho con el Fondo Monetario Internacional. Para comparación, en la administración de Enrique Peña Nieto, los créditos contraídos fueron por la cantidad de 2 mil 331 millones de dólares, lo que equivale a mil 524 millones más que la pasada administración.
Si el lector gusta corroborar estos datos del Banco Mundial, los puede consultar en el link https://projects.bancomundial.org/es/projects-operations/projects-list?countrycode_exact=MX.
El problema de este manejo alegre de cifras, sin fundamento, es que las cuentas no le ajusten para dominar San Lázaro en los próximos días.
Las opciones:
a) La imagen sobre expuesta pasa factura al contrastar los números con la realidad, el presidente desgasta su imagen al improvisar datos que no corresponden a la realidad.
b) El discurso de echar la culpa al pasado ya se atascó. En pleno proceso electoral el presidente debería ser más serio en el manejo de sus informes. Después de todo la intención de su administración debería ser gobernar y no hacer propaganda.
c) Aún si sorteara el vendaval electoral, López Obrador tendría que hacer un serio esfuerzo de autocrítica. Los ciudadanos tenemos el derecho a la información, clara, oportuna, completa, pero sobre todo fidedigna, que sea real y tenga sustratos concretos, más allá de la cabeza presidencial.