¡¡¡Plop!!!/Salvador Echeagaray
Generalizaciones peligrosas
Erich Fromm, el notable psicoanalista alemán, perteneciente a la escuela de Frankfurt, quien vivió en México y enseñó en la UNAM, acuñó en su obra, «El Corazón del hombre», una anatomía de la destructividad humana, en varias tipologías de personalidad. Una de ellas, el narcisismo.
Para Fromm, una manifestación que permite diagnosticar este trastorno de personalidad es la excesiva susceptibilidad que el narcisista presenta a la crítica. En sentido inverso, la proclividad desmedida hacia el halago, el aplauso, el reconocimiento.
Una posible pista para tipificar el estilo personal de gobernar del presidente López Obrador, dentro de este marco de referencia, sería la declaración, a todas luces extravagante, en la que el Ejecutivo Federal pretende cobrar una cuota monetaria a sus críticos.
La justificación que dio para ello tiene que ver con la suposición de que le atacan porque se trata de la «prensa vendida», y entonces, a la mejor manera de su estilo desenfadado, agrega que, si antes la cuota era de un millón, posiblemente ahora fuera de medio y que sería bueno que dieran sus críticos el 10%, para que así, cuando le atacaran, «colaboraran con una buena causa».
El dicho tiene varias aristas: en primer lugar, suponer que toda crítica es un ataque a su persona o a su proyecto, le aproximaría a la tipología de Fromm, al exhibir una desmesurada susceptibilidad al juicio ajeno. Habrá que recordar como Peña fue severamente criticado y asiduamente representado en memes; a pesar de ello, aguantó vara y se quejó públicamente una sola ocasión de la andanada de burlas a su persona, algunas justificadas y otras, excedidas.
Pero habrá que reconocer al ex presidente que, a pesar de ser severamente cuestionado en su IQ, tuvo templanza emocional para no arremeter contra millones de mexicanos que le ridiculizaron. Andrés Manuel reacciona, a veces sin mesura, como esta ocasión. Ya concebirse como el presidente más atacado desde Madero es una desproporción histórica y psicológica.
Considerar que toda crítica viene de la prensa vendida o de los conservadores que han perdido privilegios, funciona como consigna de propaganda, pero queda fuera de foco en la visión objetiva de la realidad, un rasgo que, también acota Fromm de la personalidad narcisista: la distorsión de la objetividad, que se percibe en función del ego propio.
Finalmente, la sugerencia de que paguen una cuota sus críticos, sale de toda proporción y, su colofón, de que contribuyan a «una buena causa», la suya, parece confirmar la descripción de Erich Fromm. Para Andrés Manuel su causa es la causa, su proyecto es el proyecto y la crítica es un ataque a estos valores, que, a la manera de Juárez, hoy representan a la patria. Si para el presidente, la patria equivale a su propia persona, su sentido del valor acusaría una hipertrofia. Quizá la obra de Fromm pudiera constatar este perfil. Las similitudes entre teoría y realidad son interesantes…
Ante este panorama nos resta formular las siguientes opciones:
a) Andrés Manuel está fuera de la tipología narcisista que propone el psicoanalista alemán. En efecto, es un presidente sumamente atacado y su reacción obedece a una legítima defensa, ante la prensa, incisiva y obediente a intereses ajenos a su proyecto.
b) Andrés Manuel encaja en la tipología narcisista que expone Erich Fromm. Su reacción es desmedida, ante la crítica, desproporcionada ante la realidad y desmesurada hacia sus detractores.
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