¡¡¡Plop!!!/Salvador Echeagaray
¿Qué nos enseña el episodio de la ASF?
Las observaciones que hizo la semana pasada la ASF al ejercicio del primer año de gobierno del Presidente López Obrador, la respuesta del primer mandatario y la posterior reducción hasta la sumisión, de David Colmenares, el responsable de la Auditoría Superior de la Federación, nos dejan varias lecciones:
Em primer lugar que en México el poder presidencial es absoluto. Desde Calles, hasta López Obrador, los caudillos, los líderes iluminados o simplemente, los presidentes fuertes han gobernado a México. Es una tradición cultural que se remonta lo mismo al Huey Tlatoani que al Virrey. López Obrador, sin embargo, es un buen ejemplo de la concentración de poder en un sólo hombre, que produce el sistema político mexicano.
En el caso del líder de lo que él autodenomina como 4T, la manifestación de omnipotencia es cada día más evidente. En México hay dos opciones. Los ciudadanos se agachan hasta la ignominia ante el presidente, como sucedió con el Auditor, o se convierten en sus enemigos. El propio mandatario cierra las opciones.
La acusación hacia la Auditoría de darle armas a los adversarios es absolutamente fuera de proporción. Tal como indicamos: «todos están conmigo, o contra mí», es la divisa que divide irremediablemente. Esta paranoia de pureza contra suciedad, de honestidad en el discurso contra corrupción, de blancos contra negros, tendría orgulloso en algún lugar del infierno al mismísimo Göebbels. ¡Vaya discípulo aventajado ha encontrado en el México del Siglo XXI! La regla del enemigo único del ministro de la propaganda nazi opera diariamente en el show matutino del presidente, con evidente eficiencia. Bastó con alinear a Colmenares en la larga fila de adversarios para que el funcionario reculara. ¡Vaya poder omnímodo del Primer Mandatario!
En segundo lugar, la frase hecha de «tengo otros datos», basta para destruir la realidad y crear una realidad paralela, que existe en el discurso, pero también en la mente de millones de fieles seguidores, para quienes la palabra del líder, es cercana a la palabra divina. Esta frase que esgrimiera desde aquella mañanera en que el periodista Jorge Ramos le cuestionara sobre los resultados de seguridad en su gobierno, con base en cifras de instituciones gubernamentales. le ha acompañado para hacer ver a cualquiera, que cuestionarle con cifras sólidas y fundamentadas es inútil. Él es el poseedor de la verdad, de la estadística sin cifras, del dato vacío, pero convincente. Aquí si el discípulo superó al maestro: Göebbels nunca dio muestras de ese talento, aplicado a su Führer…
En tercer lugar, Colemnares solamente da bases para interpretar lo que muchos tenemos muy claro, con relación a la administración pública. El desorden administrativo y financiero, que significa únicamente el uso discrecional de los recursos, sometido a una sola voluntad. Las observaciones, que suman millones de pesos mal aplicados, a los programas de bienestar como «Sembrando vida» o «jóvenes construyendo el futuro», a instancias emblema del régimen como la Conade, o a cuestionadas instituciones como el Conacyt y su programa de becas, solamente confirman el aserto. Colmenares ha comprometido su palabra de informar, puntualmente y caso por caso, a la opinión pública, a partir de hoy. A ver si lo dejan…
Frente a este panorama las opciones son sombrías:
a) La única opción que queda a los mexicanos es apoyar irrestrictamente cualquiera y todas las iniciativas, propuestas e ideas de gobierno del presidente. De lo contrario quedaremos incluidos en las dudosas categorías de enemigos, adversarios, conservadores, neoliberales o fifís. Conmigo o contra mí, como cualquier Mesías iluminado….
b) La realidad, investigada, medida en datos, consolidada en estadísticas es irrelevante. Solamente importa en México, el dato, objetivo o subjetivo, que habite en la mente del presidente. La mente colectiva poco importa. El resto es ataque, hacerles el juego a los enemigos, prestarse a al desprestigio que pretenden los adversarios.
c) La obsesión de impecabilidad, de eterno acierto, de incapacidad de falla, distorsiona la realidad de manera casi esquizoide. Todo error se reduce a ataques o intentos de desprestigio de los conservadores, expulsados del paraíso de los privilegios y por ello resentidos. Imposible ver los desaciertos propios…
Volveremos en otras entregas sobre este particular…