
Libros de ayer y hoy
La necesidad de figurar
En la entrega anterior le comentamos como el gabinete de López Obrador llegó al máximo nivel de incompetencia estos días, en ausencia del primer mandatario. Algunos analistas asumían como inoperantes a los principales colaboradores presidenciales, aunque es justo decir que es el estilo del titular del Ejecutivo Federal el que ha provocado este nivel de incompetencia. El presidente concentra todo en su persona. Gobierna de manera omnímoda.
Y este día ya no aguantó la tentación. Tuvo que aparecer de nuevo en público en un video, grabado en las escalinatas de Palacio nacional, con el marco de una leyenda atribuida a Vicente Guerrero, de la cual el presidente contó la historia, antes de dar paso a un miniinforme, a su mejor estilo.
El mensaje redundó en su discurso habitual, ese que sigue las máximas de Göebbels, en materia de comunicación política. El líder de la nación se muestra optimista de que saldremos adelante y recarga su entusiasmo en los mismos apoyos de siempre: en el tema de la pandemia, ahora sí, quizá al haberlo vivido en carne propia, reconoce que el virus que le aquejó si es más peligroso que el de la influenza, y lamenta la cantidad de defunciones. Y de nuevo sustenta la esperanza en la estrategia de vacunación, de la que dice, y ojalá así se cumpla, que entre febrero y marzo quedarán vacunados todos los adultos mayores.
En materia de economía los datos parecen aventurados y al mejor estilo del ejecutivo: de memoria, con titubeos, sin notas adyacentes, sin gráficos oficiales, y solamente equiparando su voz con la de la nación entera. López Obrador informa que en diciembre se perdieron empleos, en enero ya no, y en los primeros tres días de febrero se comienzan a recuperar. El argumento suena encantador, y sin duda embelesa los oídos de las mayorías, pero habrá que contrastar estas afirmaciones con la estadística bien sustentada, a lo mejor de organismos públicos que, como ya ha pasado en otras ocasiones, tienen otros datos que el propio jefe de la nación.
Y para variar, el presidente sigue sustentando su discurso económico en la salvación de México: los paisanos que emigraron por falta de oportunidades de éste y otros gobiernos mediocres, que no supieron crear riqueza para retener en su tierra a millares de mexicanos que se ven obligados a emigrar para mejorar sus condiciones de vida. La apuesta presidencial, tal y como sucedió con Fox, está en las remesas. Asunto del que nos ocuparemos en otra entrega. Por ahora López Obrador informa que éstas subieron un 11% entre el 2019 y el 2020 y que este año tiene proyecciones de que van a incrementar, aunque no dijo en cuanto.
En síntesis, un Andrés Manuel ávido de protagonismo, que para bien o mal, ya al menos de forma videograbada, reemplaza a la incompetencia generalizada, que el mismo ha provocado en sus colaboradores. Al menos el actor principal ya regresó al escenario.
Hoy no hay opciones, la única se llama Andrés Manuel López Obrador.