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Visión Financiera
Lo que siembras recoges…
La notable sentencia de extracción bíblica, podría aplicarse a muchos ámbitos del devenir humano, hasta a la acción de gobierno. Y es que las redes sociales mostraron la división social que vive México, luego de conocerse el anuncio por Twitter que hiciera el domingo pasado el propio Andrés Manuel López Obrador, en torno a su contagio, positivo de covid 19.
Al menos un 43% de los usuarios, estiman analistas cibernéticos, externó una postura negativa en torno a la salud del Primer Mandatario. Es definitivo que resulta inhumano, además de políticamente incorrecto, desearle un mal a cualquier persona. Es indiscutible que la salud del Presidente López Obrador es un asunto de estado, tan delicado como se presente la evolución de la enfermedad, y es contundente afirmar que lo que menos deberá desearse es la recuperación del titular del Ejecutivo.
Sin embargo, dicen en la lógica del refranero, «cuando el río suena es que agua lleva». El anuncio de Twitter México, en el sentido de que no tolerará ningún tipo de mensaje que «incite o exprese el deseo o esperanza de que una persona o grupo de personas se mueran, sufran daños físicos o se vean afectados por enfermedades severas», lo dice todo en sí mismo.
El presidente enfrentó en redes el clima que él mismo ha sembrado en el país, la división en partidarios y adversarios. Inútil abundar en los memes y las críticas, tanto a la honestidad como a las estampitas, los famosos detente, como salvoconductos garantes de inmunidad. Lo que menos necesitamos es hacer leña del árbol caído. Algunos de sus adversarios más acérrimos así lo han entendido y tuvieron la elegancia de desearle pronta recuperación, como fue el caso del archienemigo del régimen, Felipe Calderón y de sus rivales en la contienda presidencial, Ricardo Anaya y José Antonio Meade.
Elegancia que Andrés no tuvo en su momento con Enrique Peña Nieto. Ya hemos señalado muchas veces que el pero adversario de López Obrador es el mismo, en su pasado. Circula ampliamente en redes el texto se su twitter del 5 de junio de 2014, en el que señalaba: «Existe el rumor de que EPN está enfermo. Ni lo creo, ni lo deseo. Pero es una buena salida para su renuncia por su evidente incapacidad». El López Obrador de antaño, luchador social, amo y señor de la propaganda política, luciendo entonces sus habilidades.
Los nuevos vientos que soplan en el mundo, a partir de la asunción del poder de Joe Biden, su discurso conciliador y su llamado a la unidad, el menos en su país, podrían inspirar a nuestros líderes a buscar esta fracturada y fragmentada condición, en un país como México, que, a raíz del anuncio de la enfermedad presidencial, ha mostrado nuevamente el grado agudo de divisionismo que padece. Ojalá que los días de recuperación del mandatario le den un espacio de reflexión para transformar su discurso de segregación a cohesión, de división a unidad.
Por lo pronto quedan varias opciones, asumiendo de entrada una recuperación del Ejecutivo Federal:
a) López Obrador reconsidera su postura en torno al uso del cubrebocas y a los conceptos metafísicos, que sonaban hasta a burla. Al vivir la pandemia en carne propia transforma su discurso personal.
b) El presidente, ante este severo llamado de atención que le otorga la necia realidad, entiende cabalmente la gravedad de la pandemia y dedica el esfuerzo necesario al manejo de la misma, que por supuesto va más allá de la estrategia de vacunación.
c) Ante la fragilidad de la vida misma, el presidente comprende la importancia de gestar cuadros que puedan hacer avanzar su propósito y su proyecto. Comprende que México no puede, ni debe vivir inmerso en una enorme concentración de poder en una sola persona.
d) El presidente considera que su destino manifiesto es estar al frente la nación. Su recuperación se lo confirma, y profundiza entonces en sus estrategias, sus conceptos, sus proyectos y su discurso. Nada cambia en su estilo, solamente se radicaliza….