
Polos de Bienestar: el nuevo rostro del desarrollo regional en México
¿Jalisco fuera del pacto federal?
Se equivocan quienes consideran que nunca antes un gobernador estatal había convocado a sus gobernados a expresar su voluntad de separarse de la federación. Es pertinente pensar que las clases de historia se dictan en la Mañanera, pero es conveniente recordar que el presidente no cuenta con el monopolio de la verdad histórica.
Enrique Alfaro anunció que le tomará la palabra al presidente de la República y consultará a la población bajo su gobierno para que decida si quiere seguir formando parte de la nación. De inmediato muchos seguidores de la 4T cuestionaron la postura del Gobernador de Jalisco como un retroceso histórico. Sin embargo, conviene recordar que en pleno siglo XX los gobernadores del país tomaron partido por el Plan de Agua Prieta, propuesto por Calles y De la Huerta, y abandonaron el barco constitucionalista del presidente Carranza, por sus pretensiones de colocar a un títere en la sucesión presidencial, lo que a la postre propició la muerte del caudillo, y la subida del general Álvaro Obregón a la máxima investidura nacional. La desobediencia de los gobernadores no es entonces un hecho extraño, ni debe llamar a sorpresa.
En el siglo XIX el asunto era de lo más común. El mismo Benito Juárez, modelo histórico del líder actual, se escindió del gobierno centralista de Santa Anna y sumó a Oaxaca a la Revolución de Ayutla, que se gestaba en Guerrero. Curiosamente esgrimía razones similares a las de Alfaro: la justicia y la equidad en el trato para sus conciudadanos. Sería en verdad irónico que el Gobernador de Jalisco se apropiara de la figura histórica de Juárez. Sería como arrebatarle un símbolo a López Obrador.
En la modernidad, la importancia económica de Jalisco y su aportación al pacto federal quedan fuera de duda. Alfaro demanda un trato equitativo en la distribución de los recursos, que de suyo tiene un carácter político y no social. La consulta podría darse y un posible proceso de "jalexit" podría suscitarse. Si Alfaro logra la movilización de Jalisco, consiga o no la mayoría en favor de la segregación, habrá obtenido un espacio de negociación ante el ejecutivo federal. Si queda sólo en redes, su postura aparecerá como una bravata que desgastaría el recurso. Lo más probable que el Gobernador de Jalisco esgrima esta postura amenazante en aras de conseguir la interlocución que no ha podido tener ante el primer mandatario.
Alfaro no rema a contracorriente, puede tener un sector considerable que apoye, la movilización. Jalisco es un estado con un nivel de comprensión de los fenómenos políticos superior a la media nacional. Su gente es altamente orgullosa de su origen y, como sucede en Los Altos, profundamente enraizada en su tierra y su cultura. En aspectos menos subjetivos, la economía del Estado es el arma de negociación más sólida en esta declaración de hostilidades. Si el Gobernador consigue el apoyo de los sectores productivos de la entidad, avanzaría. Habrá que recordar que el Jalisco de los empresarios tradicionales, que dominaban en la Coparmex o en el Consejo de Cámaras ha cambiado. Hoy las empresas globalizadas tienen un papel preponderante en la economía del Estado. Ellas y los sectores educativos tendrán un rol importante de llevarse a cabo la consulta. Por lo pronto Alfaro se juega su liderazgo: encendió una mecha, habrá que ver si enciende y se convierte en hoguera.
Ante esta situación proponemos estas opciones:
a) La población de Jalisco responde al llamado, la consulta provoca movilización colectiva y cimbra el pacto federal. Alfaro consigue protagonismo y liderazgo nacional, erosionando al Centro
b) La población entra en debate, la gente se moviliza, Alfaro equilibra fuerzas y obtiene mejores posiciones para negociar con el Centro
c) La propuesta de consulta no enciende en la sociedad. Ni siquiera se llega a la movilización. Alfaro desperdicia el recurso y desgasta su imagen, fortaleciendo al Centro...