
Visión Financiera
Se encienden más de cien fuegos
El arresto del general Salvador Cienfuegos en los Estados Unidos, cuando se puso él mismo en bandeja de plata para tal efecto, enciende una serie de hogueras con las que le está costando trabajo lidiar al Presidente López Obrador, que evidencia una vez más que cuando pierde el control de la agenda, desorganiza el rumbo mismo de su gobierno.
En primer lugar, el arresto rompe el mito de la institucionalidad pulcra de las fuerzas armadas. El ejército se corrompe, es un hecho. La vox populi que señala que el narco ha penetrado en todas las instancias, puede confirmarse, más allá de reportajes y denuncias periodísticas. La fuerza de las acusaciones, y el someter a proceso a tamaño militar, fuera de las fronteras del régimen que combate a la corrupción en el discurso, sucede, ocurre, no es una denuncia mediática. El General, ex titular de la Sedena durante el sexenio pasado, enfrenta a la justicia por cargos severos.
En segundo término, mostrar desconocimiento, aduciendo que los Estados Unidos no le tenían informado del asunto, pone al presidente en una posición frágil en materia de inteligencia. Rompe el mito de los presidentes omnisapientes, aunque, de estar informado, podría presumirse que protegió a la instancia castrense. El presidente ha fortalecido, en el discurso y en las acciones, a las fuerzas armadas, y hoy, en este delicado caso, ve cuestionadas muchas de sus decisiones.
En tercer lugar, se rompe el mito de que el pasado se purifica, gracias al acto de contrición de cambiarse al bando omnipotente del señor que perdona los pecados políticos. La caída de un General de tales dimensiones, cuestiona por ejemplo la presencia del actual Secretario de Seguridad Pública, en su cargo; del fiscal general de la República, o del Secretario de Seguridad de la Ciudad de México, con dividendos no siempre positivos para el gobierno federal. Emparentar a Cienfuegos con García Luna es una pichada mal bateada. Resulta complicado acogerse al cliché de que los que fallan son los individuos y no las impolutas organizaciones e instituciones armadas. No hay indicios aún para asociarlos, pero podrían haberlos en el curso de los próximos días. El Jefe de Operaciones del General Salvador Cienfuegos, es hoy el Secretario de la Defensa Nacional, con el Presidente López Obrador.
La estrategia de control de daños deja ver que el excesivo control de la agenda del presidente es frágil, cuando pierde su postura proactiva y debe convertirse en reactiva. Por ahora no se vislumbra una estrategia sensata para parar este golpe, y los que puedan venir en días subsecuentes, a partir del proceso del general. No en balde decía el ex gobernador de Nayarit, Roberto Sandoval Castañeda que “era una gran desgracia” que su ex fiscal, Edgar Veytia hubiera sido encarcelado en Estados Unidos. No es coincidencia que el General vaya a ser juzgado por el mismo tribunal. En donde también se dictó sentencia a Joaquín Guzmán Loera y se revisa el proceso de Genaro García Luna. Es un tribunal que juzga, al más alto nivel, la corrupción en México.
Por ahora las instituciones armadas enfrentan el más duro golpe a su credibilidad en décadas. Y no se los asestó el régimen que pretendía, como bandera electoral, acabar con la corrupción…
En este panorama quedan varias opciones:
a) El descrédito impacta, “sin querer queriendo” al régimen de la 4T, y le despoja de una de sus banderas más fundamentales
b) El presidente consigue aislar el descrédito, y desviarlo de afectar a su proyecto, aunque no puede evitar el deterioro a las fuerzas armadas
c) El presidente salva su proyecto y a las fuerzas armadas…